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Columna
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El asterisco

El asterisco es un pequeño signo ortográfico en forma de estrella que de manera convencional se coloca en el renglón para remitir al lector a una nota de pie de página o cualquier otra aclaración. En el semanario germano Der Spiegel suelen colocar un asterisco junto a nombres propios ficticios tras el que se camufla una persona de carne y hueso. El asterisco salvaguarda la privacidad de la persona que aparece en la información o el reportaje y no le resta credibilidad, ante el lector, a dicho reportaje o información. Por lo general, la prestigiosa revista sólo utiliza el asterisco cuando trata de cuestiones sociales referidas, por ejemplo, a la prostitución, la homosexualidad o el mundo espeluznante de la drogadicción, por respeto, y para evitar una morbosidad innecesaria. El uso del asterisco, en tal caso, viene a ser como la sombra que se coloca en la imagen televisiva de un rostro humano en ocasiones semejantes.

Claro que el asterisco también lo podríamos utilizar en otras ocasiones. Vicent Broch Burdeus con asterisco es un labrador de La Plana valencianoparlante y valenciano por los cuatro costados; tan valenciano como conservador y votante del Partido Popular de forma incondicional, pero que, sin embargo, hasta ayer mismo se lamentaba de tener al frente del Gobierno autónomo valenciano a un presidente que no hablaba su lengua, ni la de sus padres, ni la de sus hijos. Vicent Broch Burdeus con asterisco acudió con su hermano, pancarta en ristre, a la Alameda de Valencia cuando lo de las paellas del Plan Hidrológico Nacional, y se lamentaba luego de la poca disposición que tenemos los valencianos para reivindicar aquello que nos puede beneficiar, según indica él. Ahora, Vicent, con asterisco, debe estar contento: Francisco, Francesc o Paco Camps habla la lengua con la que Vicent piensa, trabaja y ama hasta donde se lo permiten sus fuerzas, porque cruzó ya la frontera de los sesenta. El uso social del valenciano que ha hecho el presidente Camps, al cruzar el umbral de su mandato, tiene una vertiente afectiva, que a lo peor ignoraban sus dos predecesores Zaplana y Olivas. Los Vicent Broch Burdeus con asterisco no se interesan demasiado por el juramento de Francesc Camps o si éste se hizo sobre los Fueros, la Constitución, el Estatuto o la Biblia en pasta. En puridad fueron a la escuela hasta los catorce años y saben más de naranjos, podas e injertos. Hoy los Broch Burdeus son pocos; en la urnas sus votos no son demasiados, pero sí decisivos muchas veces.

Los asteriscos del semanario alemán guardan a la persona, sin ocultar la realidad. Pere Montañés con asterisco es un ex concejal de núcleo naranjero de La Plana Baixa que dimitió hace un par de años, y ahora lamenta en público la pérdida de las elecciones en su partido, el PSPV, y habla de un clima de compraventa y corrupción moral en su agrupación, de afiliados con escasas convicciones que susurrando solicitaban el voto para sus adversarios políticos de la derecha. Quizás todo fue como señala Montañés con asterisco, porque de todo hay en la viña del PSPV-PSOE, y no todas las variedades son dignas de reserva, ni harán jamás una buena añada. Madrid ni es todo ni algo novedoso. En Nules, Remei Puig con asterisco ha dimitido porque no acepta los pactos de su partido, también el PSPV, con la derecha arisca local; una derecha local de siempre, enemistada ahora con Pepe Capra con asterisco, amo y señor del conservadurismo provincial. Si aguzan el ingenio, la leal oposición al presidente Camps debería parar mientes en los comportamientos de las gentes con asterisco.

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