Los precios también bajan

En España, como en otros muchos países del mundo, el precio de la vivienda no siempre ha subido. Aunque tal y como están las cosas cueste creerlo, también ha experimentado descensos porque, como el propio Banco de España reconoce, "periodos de fuerte crecimiento en los precios tienden a ir seguidos de periodos de corrección", más aún si la bonanza de la economía no acompaña.

Así es precisamente como se recuerda la última crisis inmobiliaria, que se desarrolló a partir de 1992 y no concluyó hasta entrado el boom actual, en 1997, cuando los bancos acumularon un enorme patrimonio inmobiliario procedente de créditos impagados, del que les ha costado mucho tiempo desprenderse. Durante estos seis años el precio medio de la vivienda de nueva construcción apenas si varió en términos nominales (los datos oficiales arrojan una subida del 6% en conjunto o, lo que es lo mismo, un raquítico aumento del 1% anual), si bien en términos reales, al descontarse la inflación, la cosa cambia: para los seis años la caída se colocó en el 17,4%, es decir, a un ritmo de descenso medio del 3,1% anual. A estos porcentajes de depreciación se llegó fundamentalmente por la retracción que sufrieron las compras de pisos en las ciudades más grandes del país, en las que la población supera los 500.000 habitantes, localidades que en el último trimestre de 1992 acumularon por sí solas descensos próximos al 20%. Madrid y Barcelona, donde los precios son más volátiles y están sujetos a mayores componentes especulativos, acumularon un descenso de los precios del 19% y del 11%, respectivamente, entre 1992 y 1997.

Pero España no fue una excepción. Durante la pasada crisis inmobiliaria Finlandia vio cómo se recortaban los precios nominales de sus viviendas un 38%, y Reino Unido, Austria y Suecia se apuntaron depreciaciones superiores al 25%. Por eso ahora tampoco sería de extrañar que el mercado residencial español pudiera enfrentarse a una recesión, después de haberse encarecido un 78% entre 1998 y 2002 y tal y como empiezan a alertar algunos organismos.