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Reportaje:

Los 'disidentes' al servicio de Fidel

12 agentes infiltrados en la oposición cubana revelan sus manejos en un libro

Durante más de una década utilizaron el ropaje de disidentes. Pero en realidad trabajaban a las órdenes del Ministerio del Interior espiando a sus compañeros de la oposición y a los diplomáticos extranjeros que los apoyaban. El pasado mes de marzo, los órganos de la seguridad cubana decidieron quemar a 12 agentes infiltrados -siete hombres y cinco mujeres- para que actuasen como testigos de la fiscalía en los juicios contra 75 disidentes acusados de "conspirar con Estados Unidos para socavar la soberanía y la independencia de Cuba". Su testimonio fue clave para condenarlos a penas de hasta 28 años de cárcel.

Sus nombres de guerra eran Octavio, Vilma, Tania, Saúl y similares. Ahora sus vidas, hazañas y delaciones se cuentan en el libro de entrevistas Los disidentes, escrito por los periodistas cubanos Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez, y del que la Editora Política ha previsto 50.000 ejemplares en su primera edición. Báez es un hombre cercano a Fidel Castro y ha publicado en España El mérito es

El testimonio de los espías fue clave para condenar a 75 opositores a elevadas penas de prisión

vivir, en el que repasa los principales intentos de atentado contra Castro.

En Los disidentes se hacen denuncias varias y se reparten acusaciones a discreción. Las hay contra los líderes de la oposición que no fueron encarcelados en marzo, principalmente contra el presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Elizardo Sánchez; el líder del Movimiento Cristiano Liberación y promotor del Proyecto Varela, Oswaldo Payá, y el socialdemócrata Vladimiro Roca. Sus ex compañeros los acusan de obtener dinero en abundancia del Gobierno de EE UU y de escamoteárselo a sus colegas, de recibir apoyo logístico de España e incluso se deja caer sobre alguno una sombra de sospecha, como si pudieran trabajar también para la seguridad del Estado.

Aleida Godinez Soler, la agente Vilma, llegó a ser la mano derecha de la economista Martha Beatriz Roque -condenada a 20 años de cárcel- en la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Asegura que la mayoría de los grupos opositores estaban peleados entre sí y eran de ínfimo tamaño.

El periodista independiente Manuel David Orrio, o agente Miguel, de 49 años, trabajaba de sereno en un mercado agropecuario cuando fue captado por el Ministerio del Interior, allá por 1992. Durante una década fue el agente Miguel, y como tal ingresó en la Asociación de Periodistas Independientes de Cuba (APIC), que dirigía Néstor Baguer, el agente Octavio. Orrio trabajó varios años para la agencia Cubanet cobrando 100 dólares mensuales de Miami, y en el libro asegura que tenían instrucciones precisas de tergiversar la realidad y contar sólo los aspectos que pudieran hacer más daño a la imagen de la revolución.

Varios son los agentes que acusan a la Sección de Intereses de EE UU (SINA) en La Habana y al Gobierno español de inspirar y respaldar internacionalmente el Proyecto Varela, la iniciativa disidente de Payá, que pide la convocatoria de un referéndum sobre el cambio político en la isla, con el aval de 11.020 firmas.

El agente Octavio, Néstor Baguer, que fue expulsado de la Academia Cubana de la Lengua después de entrar en la disidencia fue, junto con Orrio, la estrella del Taller Nacional de Ética Periodística que realizaron 34 reporteros disidentes en casa del jefe de la SINA, James Cason.

Según las autoridades, este encuentro, el 14 de marzo, fue el detonante de la redada contra los disidentes que se llevó a cabo días más tarde y que se saldó con la condena de 75 opositores a penas de entre seis y 28 años de cárcel. Baguer y Orrio -que organizó el taller y convocó personalmente a este corresponsal a casa de Cason- participaron como testigos de la acusación en el juicio contra el poeta y periodista Raúl Rivero, que fue condenado a 20 años de prisión.

Los disidentes está dedicado a "los héroes anónimos que, dentro y fuera de Cuba, vigilan en la sombra para que no nos falte nunca la luz". Sin duda, la pregunta que muchos se harán es cuántos son aún y de qué "luz" se habla.

Los disidentes cubanos Elizardo Sánchez (izquierda) y Oswaldo Payá, en La Habana, en mayo de 2001.
Los disidentes cubanos Elizardo Sánchez (izquierda) y Oswaldo Payá, en La Habana, en mayo de 2001.AP

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