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"Denunciar puede ser el principio de fin"

"Son pocas las mujeres que van a comisaría a denunciar malos tratos. Y no se puede permitir que salgan solas, porque la denuncia puede ser el principio del fin". Lo explica Sara Bosch, psicóloga del Servicio de Atención a la Víctima, de la Generalitat de Cataluña.

La estadística avala su explicación, porque tres de cada cuatro mujeres asesinadas desde 2001 no habían acudido a comisaría a denunciar malos tratos. Pero las hemerotecas también están repletas de muertes de mujeres a manos de sus maridos o ex maridos días después de haberlos denunciado.

Bosch reivindica el papel de los servicios sociales para afrontar las situaciones de violencia doméstica, incluso cuando llegan a los tribunales. "Resulta sobrecogedor que la justicia sea tan uniforme y aplique medidas que pueden funcionar en algunos casos, pero en otros no", explica. Una orden judicial de alejamiento, por ejemplo, puede ser efectiva para un agresor con tipología de psicópata, pero puede ser papel mojado si se trata de un paranoide.

"Hay que conocer al enemigo para poder enfrentarse a él", añade Bosch. Por eso reclama mayor sensibilidad de los médicos y los psiquiatras en los casos de violencia doméstica. Como la que tienen los pediatras cuando llega un menor herido a los servicios de urgencia y se le analiza hasta aclarar si ha sido un accidente o una paliza.

Sara Bosch considera que "cada caso es distinto, y varía según el perfil del agresor y de la víctima". Por eso rechaza las generalidades y la simpleza con la que en ocasiones se critica que una mujer maltratada no sea más contundente. "Es muy fácil decirle a una mujer que reaccione, que denuncie, que le abandone. Se olvida que son personas indefensas, con la autoestima destruida", asegura Bosch.

"Ellas no son conscientes de que son maltratadas, porque están muy faltas de afecto y se conforman con poco. Y de eso se aprovechan los agresores, que logran incluso que las mujeres se sientan culpables, tengan una dependencia emocional y asuman la frase de que 'no me pega más de lo normal", explica la psicóloga. Pero al mismo tiempo las víctimas sólo son capaces de reaccionar si existe una agresión. "Y es entonces cuando llega el miedo, y de ninguna manera se puede dejar sola a una mujer que siente miedo".

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