El Forum de Barcelona 2004 presenta en Dublín su programa de actividades
Pasqual Maragall, el alcalde más internacional que ha tenido Barcelona desde la democracia, no se conformaba con el éxito de los Juegos Olímpicos del 92, y ansiaba una ulterior explotación del mismo. Pero esta vez le tocaría a la cultura.
Así es como se constituyó el año pasado una sociedad anónima de titularidad pública integrada por el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat de Cataluña y el Gobierno español, "tres sensibilidades diferentes", como dice, sin entrar a matar, Oleguer Sarsanedas, promotor internacional del proyecto, para crear el Forum Barcelona 2004.
Sarsanedas y su equipo presentaron ayer su plan en el congreso anual, celebrado en Dublín, de la Asociación Mundial de Periódicos, en términos concisos, provocadores y, sobre todo, cordiales. Una invitación a visitar la capital de Cataluña. Si la repetición de los Juegos -el deporte- o de una Exposición Universal -lo económico- estaba descartada, quedaba siempre la cultura.
Había que hablar a la cabeza y al corazón. Debates de todo orden, de lo político a lo social, y una oferta artística que se pretende extraordinaria en actos que se prolongarán durante 141 días, del 9 de mayo del año próximo, el Día de Europa, al 26 de septiembre, pasada la Merced, santa patrona de la ciudad.
Imaginación para el futuro
Federico Mayor ha calificado la iniciativa de "una expo de los valores", y Romano Prodi ha felicitado a los organizadores diciéndoles que "han hecho muy bien los deberes", pero el carácter proactivo de la manifestación está aún mejor subrayado por el propio Sarsanedas cuando dice que "al Foro se tiene que venir llorado"; se trata de debatir soluciones, propuestas, imaginaciones del futuro. Y todo ello, con un presupuesto de 327 millones de euros, de los que un 65,5% lo sufragarán los organismos públicos, y el resto, patrocinios y visitantes.
La organización cuenta con vender un mínimo de cinco millones de entradas a un precio medio de abono de 15 euros y 21 para despistados individuales.
La sesión de Dublín, celebrada en un espacioso hangar, mitad lonja, mitad atarazanas, fue acogida con un interés bastante más que deferente. Barcelona sigue siendo muy visible en el mapa. El fin de fiesta fue un espectacular vídeo de un planeta en el que los continentes cobran vida, tiemblan, y, finalmente, convergen en una audaz representación del fin de todos los conflictos. De pase urgente en todos los cines de Oriente Próximo.
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