Libertad para Ali Lmrabet
Mientras el periodista marroquí Ali Lmrabet continúa en la cárcel por un delito de opinión, con una salud deteriorada que pone en peligro su vida, el presidente Aznar se entrevista con el primer ministro de aquel país y ni siquiera le comenta el asunto.
Paralelamente, según la prensa, la ministra de Asuntos Exteriores española afirma que no piensa hacer nada en el caso Lmrabet porque se trata de una persona condenada por el sistema penal de un país amigo. O sea que por la roca de Perejil hay que movilizar al Ejército pero por la libertad de opinión, uno de los fundamentos indiscutibles de cualquier régimen mínimamente democrático, no es necesario ni siquiera molestar con una petición formal de libertad.
Mientras Ali Lmrabet esté en prisión no es posible creer ni una palabra del tan anunciado proceso de democratización de Marruecos.
Y en cuanto a la actuación diplómatica del Gobierno español, ya basta de dobles discursos y de connivencia con regímenes autocráticos.
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