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El Gobierno británico dice 'no' al euro con un vibrante alegato a favor del 'sí'

Londres cree que aún no se dan las condiciones para el ingreso pero abre un plazo de un año

Nunca un no se pareció tanto a un sí. El poderoso ministro británico del Tesoro, Gordon Brown, confirmó ayer que la libra no está aún preparada para integrarse en el euro. Pero lo hizo con una defensa tan apasionada del ingreso de la libra en la moneda única europea que el Reino Unido parece hoy más cercano al euro que ayer. Brown dejó las puertas abiertas a una nueva evaluación sobre la convergencia de la libra y el euro el año próximo, como quería el primer ministro, el laborista Tony Blair, y anunció una batería de medidas para acelerar esa convergencia.

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El canciller del Exchequer no cedió a las presiones de los eurófilos de poner en marcha una hoja de ruta hacia el euro con la creación de mecanismos automáticos que aseguren una más rápida marcha hacia la integración. Pero todo su discurso de ayer en los Comunes fue un cántico a la moneda europea que parece marcar un punto de no retorno en su compromiso a favor del euro y hace añicos la imagen de creciente escepticismo que habían destilado tanto sus decisiones como su actitud y sus pronunciamientos públicos desde que se hizo cargo del Tesoro británico, en 1997.

El mercado pareció apoyar esa visión de que la libra está más cerca del euro al mover la paridad libra/euro desde los 71 céntimos de euro hacia los 73 céntimos que los documentos hechos públicos ayer por Brown sugieren que sería la ideal para el ingreso de la libra. Sin embargo, el ministro pareció apostar por una próxima revalorización seguida de una lenta depreciación.

Los partidarios del euro reaccionaron favorablemente al discurso de Brown. Tanto el último canciller del Exchequer conservador, Kenneth Clarke, como el ex ministro laborista Stephen Byers, dos de los más eurófilos miembros del Parlamento, le animaron a hacer campaña en defensa del euro. "Estoy de acuerdo en que hay que enseñar a los británicos los beneficios del euro", reconoció Brown.

Mientras Brown pareció en una buena forma parlamentaria que hacía meses, si no años, que no demostraba, los conservadores parecieron desorientados por el entusiasmo europeísta del canciller y optaron por la mofa. Desde los escaños tories surgieron constantes y a veces inexplicables risotadas durante la intervención de Brown y la respuesta de su homólogo conservador en la sombra, Michael Howard, uno de los más punzantes oradores de los Comunes, se refugió en el sarcasmo sin entrar en el fondo.

Brown desgranó las ventajas del euro para el Reino Unido, explicó por qué todavía no es posible esa integración y desveló las medidas que piensa tomar para hacer posible el ingreso. Aunque es muy difícil que el Gobierno pueda convocar el referéndum de ingreso antes de las próximas elecciones, previstas para 2005, Brown cumplió la exigencia de Blair de dejar abiertas las puertas a esa posibilidad al anunciar que en los próximos presupuestos evaluará si han mejorado las condiciones de convergencia y, si es así, el Tesoro realizará una segunda evaluación oficial.

El ministro defendió apasionadamente la relación entre el Reino Unido y Europa y explicó que el comercio británico con la UE ha pasado del 40% en 1973, cuando ingresó el Reino Unido, al 55% hoy. Aseguró que el ingreso recortaría en 1.000 millones de libras (1.400 millones de euros) anuales los costes de las transacciones para las empresas y consumidores británicos, eliminaría las incertidumbres asociadas a la volatilidad de los tipos de cambio, aumentaría los intercambios comerciales y el crecimiento económico, permitiría reducir los tipos de interés británicos, facilitaría el acceso a mercados financieros integrados y aseguraría el actual flujo de inversión extranjera directa al Reino Unido.

Explicó tanto los riesgos de una entrada precipitada como los de quedarse fuera, por ejemplo que se reduzca la inversión extranjera o dejar en el albur los tres millones de empleos que en estos momentos dependen de la Unión Europea. "Hemos tenido particularmente en cuenta los puntos de vista y la cualificada visión de los inversores japoneses y de otros países asiáticos, americanos y europeos, muchos de los cuales han dicho que la pertenencia sería beneficiosa y es importante para ellos".

Enumeró una serie de medidas que piensa tomar para acelerar el ingreso, desde la reforma del mercado de la vivienda a la adopción del índice armonizado de precios al consumo que utiliza no sólo la zona euro, sino países como Japón, la regionalización de la contabilidad nacional, una mayor flexibilidad de los mercados del trabajo, productos y capitales, la publicación del plan nacional para preparar al país para el cambio de la libra al euro, etcétera.

También puso encima de la mesa las tareas que debe hacer el continente para que la libra pueda formar parte de la zona euro. Lo que en algunos momentos se ha definido con cierta sorna como las condiciones que ha de cumplir el euro para integrarse en la libra. Entre ellas la reforma del Banco Central Europeo, que Brown quisiera ver obligado a velar por el crecimiento y el empleo y no sólo por la estabilidad de precios.

El ministro del Tesoro, Gordon Brown, ayer antes de su intervención.
El ministro del Tesoro, Gordon Brown, ayer antes de su intervención.REUTERS

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