_
_
_
_
Reportaje:

Tarjetas de crédito: el objeto más codiciado de los ladrones

El fraude con tarjetas bancarias robadas, que en 2000 alcanzó 600 millones de euros en la UE, aumenta sin que mejore su seguridad

Pablo Ximénez de Sandoval

El miércoles de la semana pasada, un ciudadano mexicano llamado Roberto Ramírez compró en una joyería de Alcobendas (Madrid) una pieza de 1.670 euros. Pagó con una tarjeta de crédito de un banco mexicano y demostró su identidad con un pasaporte de ese país. El joyero no tenía por qué sospechar. El nombre coincidía, la foto correspondía al hombre que tenía delante y la firma del tique sin duda era de la misma mano que la de la tarjeta. Le faltó fijarse en un último detalle. En una esquina de la parte de abajo del recibo, la máquina registradora había impreso un nombre extrañamente familiar para ser mexicano: Caja Madrid.

El plástico, y todos los datos que aparecían en él, eran falsos. La banda magnética, no. Era una copia exacta de la banda magnética de la Visa Electrón de Caja Madrid de Justo Crespo, un madrileño en cuya cuenta corriente se cobró la joya y que se quedó de piedra al ver su saldo al día siguiente, cuando sacaba dinero con la tarjeta original.

Los bancos tardan meses en devolver lo robado, porque deben investigar cada recibo
Ya no hace falta robar físicamente una tarjeta para operar con ella; copiarla es sencillo
Ante cualquier duda, es mejor cancelar la tarjeta. Una gestión sin coste para el usuario

Crespo tenía 2.000 euros en la cuenta. Después de comprarse la joya, está pasando la avalancha de facturas de primeros de mes con 300 euros.

Más de 50 millones de tarjetas bancarias circulan en España. Además, hay unos 12 millones de tarjetas de comercios (El Corte Inglés, Iberia, etcétera). Cada una es una puerta abierta a la cuenta corriente de su dueño, a sus ahorros y sus proyectos. Hubo un tiempo en que los carteristas de toda la vida se desesperaban con el dinero de plástico. Ya no. Cada año se hacen más de 650 millones de operaciones en cajeros y más de 455 millones de compras con tarjetas. Cualquiera de ellas puede ser el principio de una pesadilla.

Ya no hace falta robar físicamente una tarjeta para operar con ella. La Guardia Civil ha revelado recientemente cómo una banda copiaba los datos de la banda magnética al pasarla por un cajetín falso de los que sirven para abrir la puerta del habitáculo del cajero. Esa información se puede imprimir luego en una tarjeta falsa con otro nombre. El número secreto lo obtenían con una minicámara escondida sobre el teclado.

"Ni siquiera hace falta una gran tecnología", afirma Antolín Souto, director de seguridad de Servired (uno de los tres operadores españoles, junto con 4B y Red6000). "Un equipo de lectura y grabación de tarjetas sale por unos 600 euros", añade.

La logística está más al alcance de lo que parece: "Los lectores de tarjetas no son difíciles de conseguir. Y un impresor de tarjetas lo tienen, por ejemplo, los hoteles, que te imprimen una llave magnética con tus datos cuando te registras", comenta Souto mientras muestra una colección de plásticos falsos. La más espectacular es una tarjeta de teléfono corriente, con una cinta de vídeo corriente pegada encima. "Y funciona".

El volumen de fraude con tarjetas de crédito en España se estimaba en 2000 en 45 millones de euros y en toda la Unión Europea, 600 millones, según datos de la Audiencia Nacional y la Comisión Europea citados por la Asociación de Usuarios de Servicios de Banca, Ausbanc. Entonces, la Comisión afirmaba que este tipo de delito había aumentado un 50% desde el año anterior.

Desde que se publicaron estos datos, el uso de tarjetas ha aumentado casi un 20% anual. Según datos del Cuerpo Nacional de Policía en Cataluña, el fraude ha aumentado un 70% durante los últimos siete años.

En Servired afirman que se han dado incluso casos de complicidad entre el ladrón y el comercio, que hace la vista gorda a tarjetas que sabe que son robadas a cambio de fuertes compras. "Incluso hay comercios que se abren específicamente para defraudar". El pasado abril, la Unión de Consumidores de Castilla-La Mancha demandó a nueve establecimientos por no pedir identificación en pagos con tarjetas robadas.

Además del aumento del fraude con tarjetas, hay una segunda parte, si cabe más humillante para la víctima. Ausbanc viene denunciando la actitud reticente por parte de los bancos para devolver el dinero defraudado a los clientes. La batalla está en saber quién es el responsable de que le hayan robado: el titular de la tarjeta, por no tener más cuidado, o el banco, por no poner más medidas de seguridad.

El caso de Justo Crespo es típico. Tras darse cuenta del fraude, canceló la tarjeta por teléfono, puso una denuncia en comisaría y se presentó en la oficina de Caja Madrid. "Sólo me dejaban disponer de los 300 euros que me quedaban", se queja. Después de "montar un pollo", el subdirector de la oficina le ofreció adelantarle 600 euros, dejándole en números rojos, aunque no le cobrarían intereses por la deuda. "Por supuesto, les dije que no".

En estos casos, la víctima debe presentar una queja al defensor del cliente de la entidad. Por encima de eso, sólo le queda quejarse al Servicio de Reclamaciones del Banco de España. El siguiente paso ya es presentar una demanda. El Banco de España considera una "mala práctica bancaria" que los bancos pongan la carga de la prueba sobre los clientes a la hora de demostrar el fraude en las operaciones con su tarjeta.

Ignacio Bas, director de Operaciones con Medios de Pago del Banco Santander Central Hispano (SCH), explica: "Cuando recibimos una reclamación, abrimos un expediente de fraude. Pueden haber pasado tres cosas. Que la operación esté mal hecha por el comercio: entonces se le rechaza el cargo y es su problema. Que esté correcta, entonces el banco asume todo lo que sobrepase 150 euros. Si interviene el número secreto en la operación, es responsabilidad del cliente".

"Para saber qué ha pasado", continúa Bas, "tenemos que comprobar uno por uno todos los recibos de compra. Pedimos fotocopias de todas las facturas, con un plazo de 45 días. Luego, pueden seguir apareciendo facturas hasta tres y cuatro meses después". Sólo meses después de la reclamación, cuando se han comprobado todos los recibos, incluso con visitas al comercio, se devuelve el dinero.

El Banco de España detalla en su memoria de 2001 casos de esta "mala práctica bancaria" por parte de casi todos los bancos españoles. "Deberían devolver esos pagos en el momento en que lo reclamas. Las entidades incumplen de manera generalizada las obligaciones asumidas en los contratos y compromisos europeos", añade Carlos Hernández, abogado y delegado en Baleares de Ausbanc. En una encuesta realizada en 2000 por la Comisión Europea para comprobar el grado de cumplimiento de sus recomendaciones en este terreno, España quedó en último lugar.

Hasta en los casos extremos, los jueces empiezan a dar la razón a los usuarios. El pasado mes de febrero, la Audiencia Provincial de Sevilla obligó al SCH a devolver a un cliente los más de 3.500 euros que le habían sustraído de la tarjeta. Se la robaron por el método del billete. Una persona se coloca a su lado en el cajero. En el momento en que éste devuelve su tarjeta, tira un billete al suelo y le avisa de que se le ha caído. Mientras se agacha a recogerlo, un cómplice coge su tarjeta de la ranura y mete otra parecida. Cuando se incorpora, recoge esa tarjeta y se la echa al bolsillo sin saber que no es la suya. Normalmente, este método se acompaña con la observación de su número secreto. A partir de ese momento, comienza una carrera para comprar todo lo posible y sacar el máximo del cajero antes de que el titular se dé cuenta del engaño.

En el caso de Sevilla, el banco solamente le devolvió las compras realizadas por Internet, en las que no interviene el número secreto. Según la sentencia, la víctima no incurrió en negligencia grave porque observaran cómo tecleaba su número, y añadía que el riesgo inherente a este medio de pago debe ser asumido por los bancos.

El número secreto es considerado por los bancos inviolable, a no ser que medie "negligencia grave" por parte del cliente. Pero la astucia de los delincuentes ha demostrado ya que no es así. En España, todavía no se han puesto en circulación tarjetas con la información en un chip, un método que, por ahora, sí es inviolable. En Francia lo llevan el 90% de las tarjetas.

Desde todas las instancias implicadas se insiste en unas recomendaciones básicas para evitar el fraude. La principal es que se debe tratar el dinero de plástico como si fuera dinero en efectivo. Además, nunca se es demasiado celoso del número secreto. No permita nunca que manipulen la tarjeta fuera de su vista: ha habido casos de copiado de tarjetas por empleados de restaurantes y gasolineras. Y, ante cualquier duda o sospecha, anule la tarjeta. Es gratis.

Una encuesta en Reino Unido citada por American Express indicaba que cuatro de cada diez usuarios no coteja el extracto mensual de su tarjeta con los recibos de las compras; muchos ni siquiera miran el recibo antes de firmarlo; un 16% no se toma la molestia de revisar el extracto mensual; y uno de cada cuatro no guarda los recibos. Hasta ese papelito que se arruga y se tira a la basura contiene información de sobra para el que esté dispuesto a usarla.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_