EE UU busca los restos de Sadam en una villa bombardeada en Bagdad
Los soldados hallan huesos humanos entre los escombros de una casa
Una compañía de ingenieros del Ejército de EE UU ha empezado a desescombrar el lugar del barrio de Mansur, en Bagdad, donde el pasado 7 de abril pudo morir Sadam Husein tras ser bombardeada una villa, justo detrás del restaurante Al Sa'ah, en la que se pensaba que estaba el dictador iraquí, sus hijos y otros jerarcas del régimen. Los militares norteamericanos, que parecen convencidos de que las cuatro bombas antibúnker alcanzaron su objetivo, ya han encontrado restos humanos en el cráter. Los restos van a ser sometidos a pruebas de ADN para confirmar si se trata del dirigente iraquí.
De la villa, situada en el barrio de Al Mansur de la capital iraquí, no queda nada salvo algo negro que pudo ser una mesa de cocina blanca o el asa de una taza junto a un profundísimo y enorme cráter. La zona está acotada por vehículos blindados Bradleys y soldados de la I División Acorazada, pero la operación de desescombro, en la que participan al menos cuatro bulldozers y más de una docena de camiones, es tarea de los ingenieros, una compañía de reservistas de Utah.
"Estamos buscando meticulosamente entre los escombros y hemos encontrado algunos huesos humanos", declaró a Reuters un soldado en el lugar de los hechos. El capitán D. J. Gibb, que está al mando, reconoce que con ellos "trabaja un grupo de científicos forenses, con un equipo muy sofisticado". Los expertos examinan los escombros y la tierra que ellos sacan. Dónde la llevan es secreto. Los soldados sólo apuntan que se trata de "un lugar al sur de Bagdad".
"Ya lo investigamos al principio, pero tal vez no lo hicimos con suficiente meticulosidad, por eso hemos enviado nuevos equipos a la zona", explicó el teniente general David McKiernan, el más alto responsable militar en Irak.
El capitán Gibb afirma que la operación empezó el martes por la mañana y que su misión "durará dos semanas" trabajando también de noche. El trabajo de los forenses, que se supone que utilizarán las técnicas empleadas para la identificación de víctimas de las Torres Gemelas, llevará más tiempo.
Los vecinos, por su parte, como la mayoría de la gente de Bagdad, están convencidos de que Sadam escapó y está vivo, cosa a la que tampoco le dan mucha importancia porque aseguran que Irak ha cambiado en estos dos meses de forma irreversible. Ayer observaban todo el ajetreo norteamericano con escepticismo y sólo insistían en que en el bombardeo murieron 18 personas y no 14 como se dijo en un principio y que, de momento, sólo se han encontrado unos 10 cadáveres. Los norteamericanos bombardearon la casa unos 45 minutos después de recibir el soplo de un informante asegurándoles que Sadam y sus íntimos se encontraban cenando en él.
La operación, la más grande lanzada hasta ahora por el Ejército de EE UU para confirmar la muerte de Sadam, se produce en pleno goteo de emboscadas y ataques contra las fuerzas norteamericanas. En la última semana han muerto siete soldados en diversos ataques esporádicos. El último, anteayer, tras resultar herido el lunes en un control en la población de Balad, al norte de Bagdad. Estos atentados provocan que los soldados patrullen por la ciudad con la misma tensión en la cara que el primer día, casi dos meses después de acabada la guerra.
Los militares norteamericanos parecen estar convencidos de que existen en diversas partes del país bolsas de resistencia baazista a las que alimenta la posibilidad de que Sadam esté todavía vivo y hay crecientes rumores sobre la posibilidad de que lleven a cabo una operación de castigo contra las poblaciones de Faluya, Habaniya y Ramadi, situadas al oeste de Bagdad y donde se han producido los mayores incidentes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.