Las cajas destinan menos beneficios a obra social que hace 18 años

El porcentaje de beneficios que las cajas catalanas revierten a la sociedad ha bajado un 24% durante los últimos 18 años. Mientras que en 1983 las 10 cajas con sede social en Cataluña aportaban el 38% de sus ganancias a dividendo social, en 2001 dicha aportación fue del 28,9%. Este descenso es menor en el conjunto de cajas españolas, que ha pasado del 31,6% al 26,8%, según un estudio encargado por el Gobierno catalán.

Las cajas catalanas destinaron a sus obras sociales 1.495 millones de euros en los últimos 18 años. En el año 2001 -último ejercicio del análisis- la inversión en dividendo social de las entidades de ahorro alcanzó los 159,18 millones de euros, lo que supuso multiplicar por siete la aportación de 1980, que fue de 22,3 millones de euros. Sin embargo, en términos reales (una vez descontados los efectos de la inflación) el crecimiento del gasto fue del 53%.

Estos datos demuestran, según el consejero de Economía y Finanzas de la Generalitat, Francesc Homs, que "las cajas han contribuido a desarrollar el bienestar de la sociedad catalana. Y lo han hecho" -subrayó ayer el consejero en el Parlament, donde presentó el estudio- "sin ninguna injerencia política, lo que ha garantizado que la obra social revierta sobre todos los ciudadanos y que, además, haya asegurado el crecimiento eficiente de estas entidades".

El trabajo, elaborado por la escuela de negocios Esade, apunta que en los últimos seis años, más de 4.700.000 personas se han beneficiado de las distintas acciones financiadas por las obras sociales de las cajas, lo que equivale al 75% de la población catalana.

Pese a que el descenso de la parte de beneficios que las cajas destinan a obra social ha sido mayor en Cataluña que en el conjunto del Estado, las entidades catalanas realizan, también, un esfuerzo inversor superior. Así, en los últimos nueve años, su aportación ha sido del 28,24% de sus ganancias, por encima del 25,8% de las entidades de ahorro españolas. Las cajas están obligadas por ley a dedicar como mínimo la mitad de su excedente anual a reservas; del otro 50% pueden destinar a obra social lo que quieran.

Pero no es oro todo lo que reluce. Aunque Homs destacó ayer en su informe que en 2000 el montante destinado a obra social por las cajas de ahorro de Cataluña alcanzó un peso en el conjunto español del 24,7%, casi el doble del que tienen las cajas de Madrid y el País Vasco, hay que tener en cuenta que Cataluña es la comunidad que concentra el mayor volumen de depósitos (29%), por lo que su esfuerzo no se corresponde con los recursos captados. Las cajas bascas, por ejemplo, que concentran el 7% de los depósitos de clientes, destinan un 12,1% de sus beneficios a obras sociales; mientras que las de Galicia gastan casi el 7% de sus ganacias, aunque retienen el 5,7% de los recursos de toda España.

Más competencia

El consejero de Economía del Gobierno catalán reconoce que las cajas del resto de España atravesaron a principios de la década de 1990 una etapa de mayor dinamismo de su obra social, mientras que las entidades catalanas estuvieron influenciadas por un contexto financiero más competitivo fruto de su alta concentración -es la comunidad con mayor número de entitades, 10, seguida de Castilla y León, con seis- que se ha suplido históricamente con un nivel de eficiencia mejor.

El destino de la obra social se ha desplazado desde la apuesta por mejorar la red asistencial sanitaria, en la década de 1980, hasta el área cultural, la apuesta actual. No obstante, las entidades han diversificado la dirección de sus recursos y algunas han optado incluso por especializarse en ayudas para desarrollar la investigación o para impulsar programas de mejora del medio ambiente.

La Caixa, que aporta el 60% de toda la obra social de las cajas catalanas, destinó en el periodo 1995-2000 el 70,5% de sus recursos a cultura, el 24,4% al área asistencial y el 5,1% a educación. La que menos gasta en cultura es Caixa Terrassa (69,7%), que encabeza la clasificación en el área asistencial (29,7%).