"Soy más feminista que muchas feministas"
Hernán Migoya (Ponferrada, 1971), que se manifiesta misógino y feminista a la vez, dice que la polémica en torno a su libro Todas putas, acusado de hacer apología de la violación, es un "traje que le viene grande". "Yo no soy nadie. Sólo he sido un vehículo para atacar a Míriam Tey". Tey, copropietaria de El Cobre, la editorial que publicó en marzo el libro, es la directora del Instituto de la Mujer.
El Cobre reeditará Todas putas, del que, en la primera edición sólo sacó 2.000 ejemplares. Migoya, periodista, guionista, escritor, autor de cómics y del ensayo Charles Williams: la tormenta y la calma, no cobró adelanto por el libro.
Pregunta. Ha puesto en pie de guerra a las feministas.
"El que yo dijera que soy misógino no quiere decir que el libro sea misógino"
Respuesta. No entiendo de qué me tengo que defender. Hasta ahora, el libro ha gustado más a las lectoras que a los lectores.
P. ¿Por qué?
R. Creo que me introduzco en un terreno en el que los escritores no se atreven por no herir susceptibilidades. Creo que yo lo he hecho desde la complicidad. Supone un estímulo hablar de tú a tú en la guerra de sexos. Por otra parte, es un libro romántico sobre el desamor. Si de algo se le puede atacar es por la ñoñería y por lo blando que es.
P. El relato El violador no es ñoño ni blando.
R. Es un cuento de humor satírico y su gracia es la primera persona. Es como si a una peli de piratas le quitas el malo. Dragón rojo, de Thomas Harris, es una iniciación a la psicopatía y al asesinato y es un best seller internacional. Doy por sentado que toda la gente entiende que se trata de ficción.
P. ¿Se ha confundido ficción con realidad?
R. Me avergüenza profundamente tener que recordar que es ficción y que estoy haciendo fabulación. Parto de la base de que esto es impepinable.
P. ¿Es consciente de que ha ofendido a muchas mujeres?
R. He molestado a colectivos que intentan monopolizar la opinión de todos a quienes creen representar. Lo peligroso de los colectivos es que censuran las voces que disienten.
P. En 2002 se presentaron en España 5.000 denuncias por agresiones sexuales.
R. Todo puede ofender si lo lees de una forma predeterminada. Si se sabe leer, ese relato no ofende a nadie. Mi intención no era reírme de un tema real.
P. ¿Cuál era su intención?
R. Sacar mucha mierda de temas intocables y que la gente pudiera reírse de sí misma a través de los modos de relacionarse hombres y mujeres, y descubrir la hipocresía que todos tenemos dentro. Tanto desde el punto de vista femenino como del masculino creo que eso queda reflejado. Soy más feminista que muchas feministas.
P. ¿Está seguro?
R. Sí, por la simple razón de que estoy mucho más próximo a temas de ligoteo nocturno que a los de violación y malos tratos, que como asunto social me pilla mucho más lejos. Lo trato de una manera completamente irónica.
P. En casos como éstos, la ironía puede molestar.
R. ¿Y qué hago? ¿Me autocensuro? ¿Me censuran? Lo que molesta son las prohibiciones. Si hubiera tolerancia real no pasarían estas cosas.
P. Se declaró usted misógino.
R.Yo dije que era sano. Una cosa es lo que el autor opina y otra es la ficción. El que yo dijera que soy misógino no quiere decir que el libro sea misógino. Yo no he dicho en ningún momento que esté bien violar a mujeres.
P. Así que es misógino.
R. Sí.
P. ¿Por qué?
R. En el sentido de que amo y odio a las mujeres, lo que no me convierte en un machista.
P. ¿Amor y odio?
R. Me encantan las mujeres, pero me cuesta mucho sacrificar toda una vida por una sola. En esta sociedad en que se valora sobre todo la familia es muy difícil ser un nómada sentimental.
P. En Porno del bueno describe la violación de una niña.
R. Quería reflejar actitudes extremas y entrar en el tema de la ternura del monstruo. Creo que ahí el punto de provocación está cogido muy por los pelos.
P. En Un día de mierda, los que salen mal parados son los discapacitados.
R. Es un tema accidental en el relato. Si nadie puede meterse con nadie llegará un momento en que tendremos que escribir sólo de estereotipos aceptados.
P. Nada de todo esto hubiera sucedido si Míriam Tey no hubiera sido la directora del Instituto de la Mujer.
R. Por descontado. Antes sólo cuatro benditos se interesaron por el libro. Me sabe mal por Míriam. Siempre he pensado que es una persona progresista, inteligente, brillante y mentalmente sana.
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