_
_
_
_

Bayer exportó en 1984 fármacos inseguros que no vendía en Occidente

El factor contra la hemofilia era sospechoso de portar virus del sida

Cutter Biological, una división de la multinacional Bayer, vendió más de cuatro millones de dólares de un fármaco para hemofílicos a países asiáticos y latinoamericanos en 1984 y 1985, sabiendo ya que tenían un alto riesgo de contagiar el sida a los pacientes. Desde febrero de 1984, el fármaco contra la hemofilia (factor VIII de coagulación) que Cutter vendía en los países occidentales se trataba con calor para inactivar el virus del sida.

Los documentos internos de la empresa revelan que ésta dio salida a las exportaciones del fármaco inseguro cuando se hizo patente que su comercialización era inviable en Estados Unidos y Europa. Después de febrero de 1984, cuando Cutter ya fabricaba la versión segura del fármaco, la compañía no sólo exportó sus viejos stocks, sino que incluso siguió fabricando nuevos lotes de la versión vieja durante varios meses. Un télex de la empresa a un distribuidor indica la causa: Cutter tenía que cumplir contratos con un precio fijo acordado, y creía que la versión vieja era más barata de producir.

Casi 20 años después, evaluar el coste en vidas humanas de aquellas decisiones empresariales es difícil, si no imposible. Muchos historiales clínicos se han perdido. Y, como el primer test del sida no fue aprobado hasta marzo de 1985, es difícil precisar cuándo contrajeron el virus los hemofílicos asiáticos y latinoamericanos.

Los documentos indican que, en Hong Kong y Taiwan, más de 100 hemofílicos se contagiaron del HIV después de usar la versión vieja del fármaco de Cutter. Muchos de ellos murieron. La empresa también vendió el producto viejo después de febrero de 1984 a Malaisia, Singapur, Indonesia, Japón y Argentina. Los documentos fueron aportados por Cutter durante una antigua demanda promovida por hemofílicos estadounidenses, pero habían pasado inadvertidos hasta que The New York Times se interesó por ellos.

Ética y humanidad

Bayer indicó en un comunicado que su división Cutter "se había comportado con responsabilidad, ética y humanidad", y había seguido exportando los fármacos viejos porque algunos clientes dudaban de la efectividad del nuevo, y porque algunos países estuvieron lentos en aprobarlo. Además, una crisis de escasez de plasma impidió a Cutter manufacturar más fármaco nuevo.

"Las decisiones tomadas hace dos décadas se fundamentaron en la mejor información científica disponible en la época, y respetaron las regulaciones en vigor", añade el comunicado de Bayer.

La sangre de los hemofílicos no puede formar coágulos porque carece de una proteína llamada factor VIII de coagulación. El fármaco aporta esa proteína y permite a los pacientes llevar una vida normal. Pero la medicina se preparaba utilizando mezclas de plasma de unos 10.000 donantes. Un pequeño número de seropositivos para el HIV podía convertir en contagiosa toda la mezcla.

En los primeros años ochenta, todos los países sufrieron por esta razón un altísimo índice de contagios de sida entre los hemofílicos. De los 2.730 hemofílicos españoles, por ejemplo, 1.147 resultaron contagiados, al igual que la mitad de los 6.000 hemofílicos alemanes.

Los documentos de Cutter -memorandos, actas de reuniones y télex a distribuidores extranjeros- también indican que la Administración estadounidense contribuyó a mantener las exportaciones al margen de la luz pública. En mayo de 1985, un responsable de FDA (la agencia de alimentos y medicamentos de EE UU) recomendó suspender las exportaciones, pero "sin alertar al Congreso, la comunidad médica ni el público".

© The New York Times

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_