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ELECCIONES 25M | Elecciones en Extremadura

"Ya no me peleo con marquesas"

El candidato socialista Rodríguez Ibarra considera una falta de respeto que Aznar y Zapatero conviertan estas elecciones en unas primarias

Jacinto, el amigo del candidato, abre el maletero de un Peugeot 405 y empieza a sacar sillas y mesas plegables, vasos y platos de plástico, una fiambrera con jamón del bueno, dos platos de queso y unas chuletas empanadas. Hay vino y también cerveza. A la una de la madrugada y en una orilla del camino, la caravana del candidato cena bajo las estrellas. Los focos de dos coches iluminan la escena. Detrás, en la oscuridad, croan las ranas del embalse.

El candidato tiene la barba blanca y la voz rota, apenas remendada por una infusión de hojas de laurel. Unos minutos antes, en la plaza de un pueblo, la gente lo aplaude a rabiar cuando casi grita: "¡Que nos dejen en paz Aznar y Zapatero! Es una falta de respeto haber convertido estas elecciones en unas primarias. Me da mucho coraje que nos traten así".

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Lo más curioso de este candidato es que, sólo unas horas antes, en la sala de banderas de un palacio y vestido con un traje de alpaca gris, ha firmado un convenio con Iñigo de Oriol y Manuel Pizarro, los presidentes de Iberdrola y Sevillana, para la mejora del suministro eléctrico.

Quizás la razón de estas contradicciones aparentes, el hecho de que este sea un candidato atípico, es la siguiente: después de 21 años de presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, 56 años, casado y padre de una hija, dice: "Yo siempre he tenido la sensación de interino, incluso en la casa oficial donde vivo no hay nada mío. Si usted le preguntara a mi hija, que tiene 12 años, dónde vive, le responderá que en la casa de los extremeños porque, desde muy pequeñita, mi mujer y yo le hemos dicho que eso no es suyo, que la profesión de su padre es profesor. Ella sabe que su padre no es la persona que va en un coche oficial potente; su padre es el que cada mañana la lleva al colegio en un Twingo".

También es atípico Rodríguez Ibarra porque no rehuye ninguna pregunta. En plena campaña electoral, cuando está a punto de renovar su mayoría absoluta por sexta vez, acepta hablar de la amistad y del poder, de Felipe González y de Alfonso Guerra, de por qué nunca quiso irse a Madrid y de por qué, para él, la política merece la pena: "El otro día fui a una escuela. La hija del notario del pueblo y la de una limpiadora compartían el pupitre. Ese es mi orgullo, por eso todo esto merece la pena".

Dice el candidato que tiene pocos amigos: "Porque por mucho que uno se empeñe, en el poder no hay manera de que alguien sea capaz de establecer una relación normal contigo. La persona que tienes enfrente nunca te ve como normal, nunca. Yo tengo algunos buenos amigos que no son capaces de romper el hielo con el presidente. Y que son incapaces de tratarme como tratarían al amigo de al lado, porque ahí hay una barrera que eso es imposible de romper. Es como una condena. Yo creo que esa es la auténtica soledad del poder, eso que nunca se sabe explicar muy bien".

Rodríguez Ibarra es quizá el único barón del PSOE que mantiene buenas relaciones con Felipe González y con Alfonso Guerra: "Pero más que amistad es lealtad. En la amistad se comparten sentimientos, y en la política no hay de eso. Yo lo que tengo con Felipe y con Alfonso, por poner dos casos muy extremos, es lealtad, la misma que ellos conmigo. Por ejemplo, yo con Felipe no estoy de acuerdo en casi nada políticamente, pero nos tenemos una lealtad inmensa, y eso hace que seamos capaces de convivir. Pero él está en su sitio y yo en el mío".

Rodríguez Ibarra presume de que a él no lo ha cambiado el partido. Que si ha cambiado en este tiempo es porque Extremadura ha ido cambiando con él. Y pone un ejemplo: "Y si yo soy ahora un socialista a lo mejor menos radical que hace 20 años no es porque el socialismo español se haya transformado en función de intereses de partido, sino porque yo ya no tengo por qué pelearme con una marquesa por la explotación de una finca. Yo ahora me peleo con Bill Gates por la revolución tecnológica".

Hay una última cosa que hace a Rodríguez Ibarra un político diferente. Nunca quiso hacer carrera en Madrid: "El mismo día que me eligieron presidente rompí la escalera que me podía llevar a la política nacional. Yo he podido ir cambiando mi forma de ser socialista, pero nunca he sido ni de Almunia ni de Borrell ni de Felipe ni de Guerra". ¿Y de Zapatero? Unos minutos antes de cenar con sus amigos a la orilla del embalse, Rodríguez Ibarra dijo en la plaza de un pueblo: "Estoy dispuesto a levantar a Extremadura entera si amenazan el trabajo de las 10.000 familias que viven del cultivo del tabaco". Era una advertencia seria. A Aznar. O al presidente que lo sustituya. Aunque sea Zapatero.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra, durante un mitin electoral.
Juan Carlos Rodríguez Ibarra, durante un mitin electoral.EFE

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