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Reportaje:LA HERENCIA | ELECCIONES 25M | Cuadernos de campaña

Basuras errantes

El retraso del plan de residuos estalla en conflictos vecinales

Sara Velert

La movilización para impedir el paso de camiones de basura por Buñol y Macastre, o los cortes de vecinos ante el vertedero de residuos tóxicos de Real de Montroi, han puesto en evidencia los problemas que arrastra la eliminación de desechos y los retrasos en la planificación de la política de residuos. Sobre todo en el caso del área metropolitana de Valencia, cuya basura se lleva desde hace años a Dos Aguas, a unos 70 kilómetros, y hace meses comenzó a circular por toda la autonomía, y fuera de ella, en busca de un vertedero tras cansarse Buñol y Macastre de olerla en sus calles.

El Plan Integral de Residuos (PIR) se aprobó en 1997 y fue modificado con la Ley de Residuos de diciembre de 2000 para dividir el territorio en zonas de gestión y abrirlo a la iniciativa privada. A partir de ahí, la Consejería de Medio Ambiente ha aprobado planes zonales que determinan ubicaciones para los vertederos en buena parte de Castellón, de las Marinas, y de Valencia y el área metropolitana. Este último plan se aprobó en enero de 2002, demasiado tarde para sustituir la saturada planta de Fervasa (en Quart de Poblet y Aldaia) antes de que estallara la nueva guerra de la basura. También se retrasan las instalaciones de 56 pueblos de tres comarcas castellonenses porque el concurso lanzado por el consorcio de municipios ha quedado desierto por defectos en las ofertas. Para las Marinas se acaba de adjudicar una planta en El Campello (L'Alacantí).

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La previsión de recibir basuras levanta oposición en localidades candidatas, y el recelo aumenta cuando, como en el caso de Valencia, los desechos podrían viajar hasta Algímia d'Alfara (a unos 45 kilómetros en el Camp de Morvedre), a tenor de la mayoría de ofertas.

El resto de planes zonales está en tramitación, en el marco de un PIR que el Síndic de Greuges ve incumplido en su mayor parte entre 1998 y 2001. La consejería, por contra, exhibe en su balance una inversión de 105 millones de euros desde 1995, gastados en clausurar 73 vertederos ilegales, abrir 10 ecoparques, 9 vertederos de inertes, 4 estaciones de transferencia de basuras, dos plantas de envases ligeros y tres de compostaje y vertedero de alta densidad, además de otras en obras.

Sin embargo, se exportan -o en peor caso elimina sin control- todos los residuos tóxicos. Y mientras la recogida de vidrio y papel aumenta, faltan contenedores para envases y residuos de envases y plantas para su reciclaje.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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