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Columna
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Insomnio

Los empresarios valencianos están tensos. Para cualquier observador atento a la actualidad, son preocupantes las noticias que reflejan la difícil situación por la que atraviesan sectores clave que han impulsado el "milagro valenciano". Y la responsabilidad de que los resultados de las empresas decaigan es fundamental y exclusivamente de los empresarios. Quien pone en marcha un negocio y se siente implicado en su evolución, está obligado a anticiparse a los acontecimientos para evitar caídas en el vacío. Son los empresarios mediocres los que confían en que los políticos y los organismos públicos tengan la obligación de solventarles sus problemas.

Se pueden ver a diario informaciones que nos hablan de reducir puestos de trabajo, -grandes empresas y compañías multinacionales-, descalabros en las economías emergentes y pinchazos en las burbujas especulativas. Al mismo tiempo y en un radio de acción más próximo, sectores manufactureros con notable peso específico en la economía valenciana están acusando las consecuencias de una crisis subyacente en el textil, azulejo, calzado, juguete y en las actividades ligadas al mundo inmobiliario. Al mismo tiempo el turismo contempla las perspectivas con cierta perplejidad no exenta de inquietud.

Los principales clientes europeos de las empresas valencianas están situados en Francia y Alemania, seguidos del Reino Unido y Estados Unidos. Las exportaciones que se dirigen a la zona del dólar se resienten por la fortaleza del euro con respecto a la divisa estadounidense y a la libra esterlina que han entrado en un proceso de caída libre en la que se sienten cómodas, porque todavía controlan resortes que les permiten resarcirse de cualquier contratiempo parcial. La empresa valenciana ha crecido mucho, en muy poco tiempo y sin haber resuelto sus carencias de gestión, organización y adecuación a las coordenadas internacionales.

No obstante, la economía de la Comunidad Valenciana cuenta con medios y posibilidades para superar, entre otros, el impacto de la ampliación de la Unión Europea a 25 países en 2004. Los vaivenes que se perciben en las dos locomotoras económicas de Europa -Francia y Alemania- indican que el estado del bienestar de corte europeo, va a sufrir sensibles recortes y que estas medidas de austeridad provocan serias tensiones sociales con su consiguiente reflejo en la vida política.

Los empresarios valencianos deben decidir el proyecto de país que quieren de acuerdo con sus intereses. La generación de riqueza corresponde básicamente a los empresarios y de ellos depende asimismo la estabilidad de la sociedad y la creación de empleo. No cabe resignarse a una estructura socioeconómica de cartón piedra. Para ir por el camino adecuado se han de conseguir inversiones necesarias en sectores estratégicos, hay que vertebrar el territorio, ha de obsesionarnos la investigación, la aplicación de las nuevas tecnologías y la formación de las nuevas generaciones. Menos confiar en agentes externos y más consolidar nuestras fuerzas, a partir de una cierta peculiaridad y sin olvidar los decisivos resortes financieros.

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