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PATÉ DE CAMPAÑA | ELECCIONES 25M | Comicios municipales en Cataluña
Columna
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El clan de los Trias

Francesc Valls

"T'ho tinc que dir, que t'estimo...". Los altavoces de un abrillantado golf escupen una rumba gratis para todos los vecinos de la calle de Ermengarda, en los alrededores de la plaza de Herenni. Trias frecuentaba el barrio a mediados de los sesenta. Entonces estudiaba Medicina y su tío Víctor era párroco de Hostafrancs. El candidato de CiU a la alcaldía de Barcelona vuelve ahora al barrio. Tiene en su agenda una entrevista con los patriarcas de la comunidad gitana. La charla será a puerta cerrada. Los calés no quieren que los periodistas estén presentes cuando traten sus problemas con el candidato. Es lógico. Con el revuelo que se ha montado con lo del chador y las clases de educación física de las adolescentes de familia magrebí, ahora resulta que un colectivo que habla catalán y vive y trabaja en Cataluña desde hace 800 años saca a sus hijos de la escuela para trabajar en el negocio de la familia o arreglar bodas. La legalidad rechina. Paciencia. Quieren que la Administración ayude, pero que no meta las narices en la comunidad. El día que dejen de funcionar así desaparecerán como etnia. Y quieren pervivir.

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Quieren clanes gitanos potentes. Y lo son, mientras las cosas no cambien. Y también es "potenta" -que diría Trias en su catalán de peculiares concordancias- la familia del candidato de CiU. Se le podría aplicar la máxima del campeón del Rosario, el padre Peyton: "La familia que hace campaña unida permanece unida".

Y es que los hijos del candidato se turnan para acompañar a su padre durante la campaña. Ayer le tocó el turno a Román, de 24 años, que trabaja como ingeniero químico en Daimler-Chrysler, en la ciudad alemana de Friedrichschafen. María, la pequeña, lo ha hecho algunos días, y en breve llegará Álex, que vive en Londres.

¿Hay pensamiento único en casa de los Trias? La respuesta es no, pero la familia entierra las ideologías y los hijos quieren darle al padre apoyo moral para soportar la campaña. "Como no le vemos apenas, es una manera de estar cerca de él", afirma Román, que viste traje oscuro y tiene más aspecto de jefe de protocolo que de hijo de candidato. Este nublado jueves se ha levantado con su padre a las siete y se acostará cuando termine la fiesta en el antiguo Sutton, ahora llamado The Club. Y es que, aunque haya baile de por medio -lo cual se sitúa en el movedizo terreno del pecado nacional-católico-, el padre Peyton, al fin y al cabo, ha acabado triunfando con el clan de los Trias.

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