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Reportaje:ELECCIONES 25M | La movilización social

Las chapas vuelven a llenar las calles

La eclosión de movimientos sociales y ONG será uno de los elementos clave en los resultados electorales

Miquel Noguer

Lo puede ver en las calles de cualquier ciudad española: llevar pegatinas, chapas y emblemas en la solapa vuelve a estar de moda. Son casi las mismas chapas que poblaron trenkas y camisas de cuadros en los años setenta, con las mismas intenciones y mensajes de fondo parecidos, pero con una diferencia muy importante: las siglas de los partidos políticos han desaparecido. Y en su lugar cabe casi todo: No a la Guerra, Nunca Máis, o Lo riu és nostre.

Este pequeño detalle, el de las chapas, hace pensar a Carlos Taibo, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid, que "algo se está moviendo" en nuestra sociedad. Los de las pegatinas son los mismos que en los últimos meses han salido a la calle para protestar contra una guerra que consideraban injusta o para reclamar la dignidad del pueblo gallego ante la catástrofe del Prestige. Millones de personas, de votos, que los partidos políticos se disputarán el próximo 25 de mayo ante la incógnita de si las urnas serán capaces de recoger estas voces de la calle.

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La legislatura que ahora toca a su fin ha sido la de la eclosión de los movimientos sociales, el momento en que el trabajo de miles de personas ha salido de centros cívicos y casas ocupadas para ocupar calles y plazas. Su denominador común es el interés "por hacer cosas", cuenta Carlos Taibo, pero hacerlo "por derroteros muy distintos al de los partidos, los sindicatos e incluso, de las ONG". "Son personas con ideología libertaria, que no anarquista: no leen a Bakunin ni a Kropotkin. Actúan por reacción a lo que han visto hasta ahora y que tanto les ha desencantado".

Y la política tradicional no les atrae en absoluto. Este es el caso de Montse Castellà, una militante de base de la Plataforma en Defensa de las Tierras del Ebro, creada en 2000 para rechazar el Plan Hidrológico Nacional del PP. Esta joven de 26 años, convertida en portavoz de la plataforma, ha sido tentada a entrar en política. Pero lo rechazó. "Me ofrecieron participar en una candidatura de independientes para estas municipales, pero no sé, yo me siento más de la calle", explica.

Por todo ello no entrará en política, aunque esto no significa, al menos en su caso, quedarse en casa. Participa en no menos de tres reuniones por semana con la plataforma, es la encargada de la difusión de las actividades de la misma y no tiene reparo alguno en emplear más de una noche en ir a empapelar las paredes de su ciudad con carteles de los antitrasvase. Y todo ello lo hacen sin estructuras rígidas algo que, según el presidente del Consejo de la Juventud de España, David Ortiz, da más atractivo a estas organizaciones y movimientos. "La gente se siente cómoda colaborando con las plataformas porque son movimientos que logran hacer cosas sin necesidad de carnés, ni afiliaciones". Esta fue, según Ortiz, la llave del éxito de la Plataforma del 0,7%, que en su opinión fue "la verdadero punto de partida de todos estos movimientos en 1994".

Coincide con él el presidente de la Plataforma de ONG de Acción Social, Josep Gassó, quien afirma que "lo que hemos visto los últimos meses es un trabajo de muchos años, sobre todo de la gente que ha estado toda la vida trabajando en el mundo del asociacionismo". Las ONG, además, no han experimentado un gran crecimiento en el número de socios. "Somos los de siempre, pero ahora sabemos más", resume Gassó.

El politólogo Carlos Taibo es menos optimista en este punto y considera que los nuevos movimientos no sólo se han apartado de los partidos políticos y sindicatos, sino también de las ONG, a las que en su opinión, meten en el mismo saco. "Muchas ONG se han convertido en estructuras regidas por auténticos funcionarios, lo que las ha alejado de la sociedad civil".

Gassó considera, sin embargo, que las ONG, así como el conjunto del movimiento asociativo "son y seguirán siendo una cantera para nuevos políticos con el añadido que éstos han conocido los problemas sociales y los han vivido de cerca".

Conoce bien este sentir Savina Mayoral, residente en Formentera, de 29 años, y con un importante bagaje asociativo. Después de pasar por la Comisión de Fiestas alternativa de su pueblo y haber militado en movimientos ecologistas ahora ha decidido dar un pequeño paso hacia la política tradicional. Ocupa el número 13 de la lista de la Coordinadora de Organizaciones Progresistas de Formentera, actual miembro del pacto de progreso que gobierna el consejo de Ibiza y Formentera. Todavía no se acaba de creer el paso que ha dado: "Aunque doy por seguro que no acabaré entrando en el ayuntamiento, acepté estar en la lista porque pienso que en un lugar pequeño como este debe haber buena sintonía entre las asociaciones y los que están gobernando".

Pero el gran reto de muchos movimientos, como Nunca Máis, es mantener el atractivo y su poder de convocatoria. Xosé Luis Barreiros Rivas, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago de Compostela, cree que la plataforma lo tiene difícil para lograrlo. "La mayor parte de movimientos de este tipo tiene un periodo de vida corto que viene condicionado, aunque sólo en parte, por la voluntad de sus líderes. Si éstos quieren mantener vivo el espíritu reivindicativo pueden prolongarlo un poco más, quizás hasta las próximas elecciones generales, pero costará mantener el mismo nivel de participación".

De hecho, y por el desgaste que implica toda movilización de larga duración, los efectos del cansancio ya hacen mella en muchos rincones de Galicia. Saulo Toba, un joven de 19 años de Muixía (A Coruña) explica cómo la presencia de voluntarios no ha parado de disminuir desde que los medios de comunicación dejaron de mostrar las imágenes más negras del episodio del Prestige. "Además, en el pueblo algunos también hemos vistos cosas de Nunca Máis que no nos han gustado. Por ejemplo, hace unas semanas una empresa donó unos vestidos para ir a limpiar playas que se habían utilizado para otras tareas y los de la plataforma los rechazaron. ¿Qué quieren, que limpiemos con trajes de marca?".

En cambio, sí cree que la plataforma podrá apuntarse al menos un éxito a largo plazo. "Una buena parte de la sociedad gallega se ha movilizado con el Prestige como nunca lo había hecho y esto siembra un precedente histórico. Veremos cómo evoluciona".

Manifestación de estudiantes de secundaria contra la guerra de Irak en Barcelona.
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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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