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Carlos Bousoño recibe un homenaje por sus 80 años

Filólogo y poeta, ensayista y crítico, académico desde 1979, Carlos Bousoño (Boal, Asturias, 1923) recibió ayer un homenaje en la Fundación Juan March, de Madrid, por su 80 cumpleaños. Poco antes del acto, en el que intervinieron Angelika Theile-Becker y Alejandro Duque Amusco, el autor de Metáfora del desafuero, bromeaba distendido sobre sus primeros 80: "Cumplir años siempre sabe mal, pero, en fin, no hay más remedio que resignarse y celebrarlo".

Con el tomo de Tusquets que hace tres años reunió su poesía completa entre las manos -"un tomazo para tirarlo por la ventana"-, Bousoño contó que tiene ya un par de poemas escritos para un nuevo libro. "He escrito dos poemas en los últimos dos meses, y lo normal es que cuando salen los primeros los demás salgan más fácil, pero nunca se sabe. Escribir poesía, desgraciadamente, es un esfuerzo grande, y aunque no he tenido sequías tan largas como Pepe Hierro o Claudio Rodríguez, que igual se tiraban 20 años sin escribir, también yo soy bastante inconstante".

Doctor en Filosofía y profesor titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid, la obra poética de Bousoño, considerado un gran estudioso del simbolismo, comprende títulos como Subida al amor, Primavera de la muerte, Hacia otra luz y Oda en la Ceniza, libro éste que significó el paso de una poesía realista a otra más simbólica, y con él obtuvo el Premio de la Crítica en 1968.

A este premio se uniría más tarde el Nacional de Poesía (1990) por Metáfora del desafuero. En 1993 recibió el Nacional de las Letras Españolas a su trayectoria literaria, y ese mismo año publicó El ojo de la aguja.

Autor también de diversas obras de teoría y crítica literaria, como Teoría de la expresión poética, candidato en varias ocasiones al Premio Cervantes, en 1995 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras por su "ejemplo de evolución creadora marcada por una honda preocupación existencial", según destacó entonces el jurado, que distinguió tanto su dimensión creadora como su labor de estudioso, teórico y enseñante de la literatura.

El tiempo

Bousoño siente que su poesía ha cambiado a lo largo del tiempo. "Todo cambia, aunque quizá alguien, desde fuera, pueda creer que lo que he hecho últimamente se parece a lo que hacía hace tiempo. Seguramente, es una poesía más madura, como corresponde, y de más calidad. Podríamos decir que no estoy disgustado conmigo mismo".

¿Y qué generación siente como propia? "La del 50. Mis amigos tienen esa edad, y biológicamente es la mía. Pero lo de las generaciones es siempre relativo, no es cosa de obligado cumplimiento".

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