Terrorismo (I)

No sé si los representantes del mundo que se considera civilizado saben la frase de Lope "La cólera del español sentado". Habría que advertirles que, en este prototipo hirsuto que es Aznar, este tipo de ira dicha con palabra suave y sin alzar el tono es frecuente. Y peligrosa. La proclamación del terrorismo universal como el enemigo de la civilización hizo exclamar al representante inglés su perplejidad por la falta de definición de lo que es el terrorismo. La idea de que esta conmoción sea sólo para introducir en la lista de Bush a Batasuna, que en los siete años del gobierno de Aznar (y antes) trabajaba legalmente y que ha sido fulminado, parece más bien grotesca, y el hecho de que Condoleezza le apoye y que Bush se lo pague no parecen garantías intelectuales suficientes.

¿Se puede definir el terrorismo? A mí me parece muy claro el nuestro: matando ha logrado imponer el terror en la región a la que pretende liberar de la "bota de Madrid" (Madrid llevó siempre alpargatas; sus gobernantes y sus banqueros muchas veces fueron ricos vascos) y propagar la idea del nacionalismo en un mundo que se internacionaliza. Han conseguido mucho más: que España tuerza la moral democrática, que el gobierno sea sólo antiterrorista y defina que todo el que no está con él es terrorista, que el Supremo y el Constitucional acepten ideas que no parecían previstas en las garantías procesales. Han conseguido que se acepte por personas morigeradas la delincuencia del "entorno" del delincuente y que, imposibilitado para cazarle, quiera cazar a unos circunstantes designados; que se corte el "brazo político" cuando el que está enfermo es el armado. ¿Qué más cosas pueden caber dentro del terrorismo universal? Sharon, matando palestinos; y destruyendo la idea universal del judío; Bush, destrozando ya dos países con ese lema, países saqueados; y maltratando también la idea del modelo de democracia.

La aceptación de los crímenes de Stalin y de Hitler no sé si justifica los crímenes de la democracia. Pero hay que recordar que la democracia donde pone la bala pone la libertad. Que manda a un experto en terrorismo como autoridad máxima a un país donde no existía más que para sus propios habitantes, arrasado para quitarle unas bombas que aún no han puesto.

(Mañana, más).