El Ayuntamiento donostiarra otorga la licencia de obras a la Filmoteca
El Ayuntamiento donostiarra concedió ayer a la Filmoteca Vasca la licencia de obras para convertir la antigua Fábrica de Gas de San Sebastián en la nueva sede del centro de conservación y restauración de películas. Las máquinas podrán al fin entrar a trabajar, con un año y medio de retraso sobre la fecha inicialmente prevista por la entidad, que este mes conmemora su 25 aniversario y que estrenará instalaciones entre finales de 2004 y principios de 2005.
Con su nueva sede, cuyas obras están presupuestadas en 4,09 millones de euros, la Filmoteca multiplicará por ocho su espacio actual. El edificio se ubicará en una parcela cedida por el Ayuntamiento de 2.900 metros cuadrados, una superficie muy superior a la actual (340 metros cuadrados), e inmensamente mayor que la oficina de 12 metros cuadrados donde la entidad inició su andadura en 1978.
Los responsables de la Filmoteca albergaron en su día la ilusión de estrenar sede coincidiendo con su cuarto de siglo de existencia. Pero, más o menos cuando pensaba comenzar las obras, a finales de 2001, la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública pidió al Departamento de Cultura que estudiase la posibilidad de proteger los tres edificios contiguos que conformaban la fábrica, lo que paralizó el proyecto.
El Ejecutivo se pronunció el pasado 30 de octubre y declaró bien cultural calificado, con categoría de monumento, el edificio central de la fábrica, que albergó la central de generación eléctrica, construida en 1908. Confirmó además como elemento protegido el gasomotor sito en su interior, que deberá permanecer allí, así como un gasómetro de 113 años que habrá de colocarse en el exterior.
Cambios en el proyecto
El pronunciamiento del Gobierno vasco ha obligado al arquitecto donostiarra Joaquín Montero, autor del diseño de la nueva sede de la Filmoteca, a introducir pequeños cambios en su proyecto inicial. Las modificaciones, lejos de romper la filosofía original de su idea, la "enriquecen", aseguró Montero en su día, tras conocer la decisión de Cultura.
Montero presentó su proyecto en octubre de 2001, cuando sólo estaban protegidos el gasomotor y el gasómetro. Aún así, optó por cubrir los antiguos inmuebles con una urna de cristal como metáfora de la conservación de las películas y la memoria de la vieja fábrica. El diseño original conservaba los muros de los tres edificios, pero transformaba parte de su interior y la cubierta de la nave central, de mayor volumen que las otras.
La declaración de monumento ha obligado al arquitecto a mantener la volumetría del edificio central, cuestión que ha resuelto aumentando el tamaño de la piel de cristal que cubrirá las tres naves. Ello permitirá crear un espacio mayor entre la urna y los edificios, donde se podrá pasear y organizar actividades.
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