Apasionantes rostros del pasado
Un puñado de apasionantes rostros del pasado aparecen entre las novedades de bolsillo: Pericles, Alejandro Magno, el emperador Adriano, el papa Luna y Ricardo Corazón de León. Los cuatro primeros protagonizan respectivas novelas históricas, auténticas biografías noveladas, y el impetuoso rey inglés, paradigma del cruzado y del héroe aventurero (también para algunos, no sin ciertas evidencias, icono gay con armadura), una biografía de referencia, la de Jean Flori. Otras novedades del género de la novela histórica en formato de bolsillo incluyen personajes históricos tan estupendos como la reina judía Berenice, amante de Tito, y las vestales (que aparecen, reina deslumbrante y castas doncellas, en Una virgen de más, una de las mejores novelas de la serie del detective romano Marco Didio Falco de Lindsey Davis; o el audaz marino inglés Thomas Cochrane, para el que Napoleón acuñó el término "lobo de mar", y que es el inspirador real de la aventura El reverso de la medalla, undécimo relato de la serie protagonizada por esos imprescindibles hidalgos de los mares que son Jack Aubrey y (más terrestre) Stephen Maturin. Dos personajes que llegarán al cine a finales de este año (el primero encarnado por un espléndido Russell Crowe), coincidiendo con el final de la publicación en España de la serie, y que merecerían haber existido -en la memoria ya son incluso más reales que su mismo autor, Patrick O'Brian, disuelto en la bruma de su muerte, sus secretos y engaños-.
El destino del gran y bello Alejandro fue conquistar el mundo y dejar a la antigüedad estupefacta de asombro (y susto), pero también devenir carne de novela histórica. La que le dedicó en 1994 uno de los más populares autores contemporáneos del género, el alemán Gisbert Haefs, tiene a su favor la incuestionable capacidad del escritor para materializar el pasado, sumada aquí a una admiración muy germánica por el personaje. La trama es más alambicada que la de aquel Aníbal, que le lanzó a la fama, pero es cierto que con Alejandro, sus extravagantes sueños y sus mucho más matéricas falanges, parece no bastar con un relato convencional. El éxito de la posterior Alexandros de Manfredi no debería hacer caer en el olvido esta novela que reaparece en los dos tomos originales El unificador de Grecia y El conquistador de un imperio.
¿Qué decir de nuevo de las Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar?, bellísimo y cultísimo relato literario en primera persona, que mezcla introspección y poesía con la gestión de un imperio? Sólo que, tras haber pasado al teatro, existe el proyecto de llevarlas al cine -en la estela del enorme interés cinematográfico por lo romano despertado por Gladiator- con guión de Valerio Manfredi, nada menos, escritor que ve dificultades en recrear para la pantalla toda la intensidad del amor del césar por Antinoo, ahogado en el Nilo... Si Adriano fue un hombre refinado no lo fue menos otra estrella de la antigüedad, Pericles, por cuya mano la Atenas arrasada por los persas resucitó para devenir paradigma de una edad de oro artística y cultural (aunque siempre emponzoñada por la política). Con mano firme, un autor especializado como pocos en el género de la novela histórica, Rex Warner, sigue literariamente su biografía, Pericles, a través de un narrador próximo, Anaxágoras.
De la pluma de uno de los mejores autores españoles de novela histórica, autor de Al-Gazal y la magnífica La piedra del destino, Jesús Maeso de la Torre, surgió el año pasado un sugerente relato sobre el antipapa Benedicto XIII -luego incorrupta momia-, El papa Luna. La prosa algo barroca del escritor es más que pertinente para revivir Roma y Peñíscola, damasquinadas conjuras y aterciopelados cismas entre los que pululan purpurados, monjes guerreros de la orden de Montesa y mozas del folgar.
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