Berlusconi promete "resolver el problema de unos jueces politizados" tras la condena de su amigo Previti
Cesare Previti, el abogado que se ocupó durante años de resolver los asuntos de Fininvest, holding de empresas de Silvio Berlusconi, se confesó ayer hundido: "Como si me hubiera pasado por encima una apisonadora", declaró, sobre la condena a 11 años de cárcel por sobornar a varios jueces, dictada la noche anterior por el Tribunal de Milán. Los defensores de Previti preparan ya un recurso contra la sentencia que desató la indignación de Berlusconi.
El primer ministro la consideró como el fruto envenenado de una "magistratura politizada", que pretende, dijo, "condicionar nuestra vida política". Es un problema, "que habrá que resolver", añadió, provocando la protesta del sindicato de magistrados que reclamó ayer respeto para las decisiones judiciales.
La condena de Previti y seis de los otros siete acusados en los procesos denominados Imi-Sir y Laudo Mondadori, llegó pasadas las 23 horas del martes, y fue leída en medio de una gran expectación en la sala de audiencias, por Paolo Carfi, presidente de la sección IV del Tribunal de Milán, que juzgaba a los imputados. Además de fuertes condenas (la más elevada, de 13 años de prisión, al juez Vittorio Metta, acusado en los dos procesos unidos) el tribunal fijó compensaciones por valor de 900 millones de euros, a las partes perjudicadas por las sentencias "ajustadas" por Previti y sus socios. Una suma gigantesca que, como señaló Previti en vísperas de la sentencia, supondrá un "enorme daño" a su patrimonio si se confirma. El tribunal no estipuló el pago inmediato.
Aunque esperada, la decisión judicial tuvo los efectos de un terremoto en los salones de la política italiana, con una onda expansiva que desde Milán alcanzó pronto los centros de poder romanos. En la capital, donde tiene su estudio legal desde hace años, el abogado Previti recibió la noticia rodeado de amigos, colaboradores y periodistas, a los que confió de inmediato su indignación.
"Un testigo falso"
"Para llegar a esta condena han cometido abusos y omisiones", manifestó Previti, "han construido en laboratorio un testigo falso". Por no hablar de la negativa a trasladar la causa adonde, a su juicio, pertenecía. Es decir, al tribunal de Perusa, competente en los asuntos de Roma.
Previti aludía a la testigo Stefania Ariosto, la antigua amiga y novia de otro abogado conocido, que en 1995 lo denunció como eje de un grupo de abogados corruptores de jueces y dio argumentos a un proceso al que los fiscales han aportado datos, que detallan movimientos en cuentas en Suiza y Bahamas que manejaba el "superabogado".
El ex ministro recibió de inmediato la solidaridad de su antiguo patrón, Berlusconi, con el que inició una fulgurante carrera política, primero como coordinador de Forza Italia, el partido creado en 1993, y más tarde como ministro de Defensa en el breve Gobierno de 1994. Il Cavaliere criticó abiertamente a la magistratura y provocó la reacción inmediata de la Asociación Nacional de Magistrados, que en una nota recordó ayer: "A nadie y menos a quien, como el jefe del Gobierno, reviste el máximo cargo político, le está permitido deslegitimar a la magistratura".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.