El 'negro' de Barnard
Un filme trata de rescatar la figura de un cirujano surafricano marginado por el 'apartheid'
"A mí me llamaban uno de los chicos de la trastienda. Ponían a los blancos en el frente. Si hubieran publicado mi fotografía habrían ido a la cárcel. Así eran las cosas en ese entonces". Hamilton Naki, de 78 años de edad, recuerda con nostalgia los tiempos en que trabajó como cirujano al lado de Christian Barnard y ayudó a realizar el primer trasplante de corazón; ello, a pesar de que oficialmente, por la política de apartheid en Suráfrica, aparecía empleado como jardinero y encargado de la limpieza.
Incluso ahora que la verdad ha salido a la luz y que el presidente Thabo Mbeki le condecoró en reconocimiento, no siente rencor por haber sido dejado de lado y verse obligado a sobrevivir con la pensión de jardinero en la barriada de Langa, en Ciudad del Cabo. "Nadie debía decir lo que yo hacía. Un negro no podía operar a blancos. Ésa era la ley", recuerda ahora, cuando empieza a ser famoso a través de una película que quiere hacer sobre su vida el conocido realizador Dirk de Villiers.
Fue Barnard mismo, poco antes de morir, quien decidió romper el silencio y le contó a De Villiers las extraordinarias dotes del jardinero de la Universidad de Ciudad del Cabo. "Técnicamente, él es mucho mejor que yo", le dijo.
Naki, quien sólo terminó la educación primaria, llamó la atención del doctor Robert Goetz. Al joven jardinero le habían pedido que ayudara a lavar las jaulas en que se guardaban los animales con que los estudiantes de medicina realizaban sus experimentos, y el médico apreció la seriedad con que se abocó a la ingrata misión. Pronto Naki estaba ayudando en todas las áreas.
En el hospital Groote Schuur, donde se realizó el primer trasplante, existe un pequeño museo que muestra los instrumentos y el lugar en que se realizó el primer traspalante en 1967. En una foto se puede ver, detrás de Barnard y el resto del equipo blanco, la silueta de Hamilton Naki. Hoy el cirujano autodidacta tiene una fotocopia de la foto colgada en el salón de la pequeña casa que le compró Barbara Hickman, una funcionaria del hospital.
Naki es un hombre religioso y se siente honrado de que exista una beca que lleva su nombre para promocionar la educación en zonas pobres. Ahora el proyecto de que De Villiers, quien ya produjo un documental sobre el doctor, vaya a realizar una película sobre su vida agrada sobremanera a Naki. "Eso sería muy excitante", dice, y confiesa que, de hacerse el trato, a él le tocaría el 5% de las ganancias.
Sin embargo, la falta de dinero no es una gran preocupación para Naki, quien sufre de artritis en una pierna y apoya con su magra jubilación a sus diez hijos. A pesar de tenerlo todo en contra, él experimentó junto a Barnard en perros hasta perfeccionar la técnica que permitió hacer los primeros trasplantes de corazón. Para la burocracia sigue siendo un jardinero.
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