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ELECCIONES EN ARGENTINA

Argentina concluye la campaña electoral más vacía de la democracia

Carlos Menem, Néstor Kirchner y Ricardo López Murphy parten como favoritos

La campaña electoral más austera, desapasionada y vacía de contenido de la transición democrática argentina, iniciada hace 20 años tras la retirada de la sanguinaria dictadura militar, concluyó ayer con los multitudinarios actos de cierre de dos de los postulantes peronistas que tienen más posibilidades de pasar a la segunda vuelta en las presidenciales del próximo domingo, el ex presidente Carlos Menem y el gobernador de la provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner.

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López Murphy puede dar la sorpresa

Todos los sondeos coinciden en que entre ellos y el candidato de la derecha, Ricardo López Murphy, situado en el extremo antiperonista del arco electoral, se disputa la segunda vuelta, que debe celebrarse el 18 de mayo.

La abogada, diputada, ex militante de la Unión Cívica Radical, fundadora, líder y candidata del movimiento de Afirmación para una República Igualitaria (ARI), Elisa Carrió, logró reunir a casi tres mil personas el pasado miércoles en un estadio cerrado de la Capital Federal. Carrió, que confía en el voto de "los hombres que no tienen vergüenza en decir que van a votar a una gorda", cayó al quinto lugar en las encuestas después de meses de librar una dura batalla con los tres candidatos peronistas. López Murphy, disidente también del radicalismo, pero hacia la derecha, no logró colmar el estadio del club Lanús, con capacidad para tres mil personas, en el sur del gran Buenos Aires. El candidato, que se refiere a sí mismo como "este presidente", se exaltó en su discurso cuando advirtió de que "en ningún lugar la Constitución dice que el presidente tiene que ser un peronista, y menos aún que tiene que ser Carlos Menem".

La caravana posterior que llevó desde Lanús hasta el populoso barrio de La Boca, en el sur de la capital, era apenas un reguero de veinte coches. Desde un coche de bomberos, transpirado tal vez por el exceso de peso, pero no por el acoso de las multitudes, López Murphy saludaba a los desprevenidos transeúntes y sonreía a las sombras de los portales y los edificios con las ventanas bajas.

El esfuerzo y las promesas de comida, vino y viáticos que a media tarde de ayer hacían los punteros políticos en los suburbios de la provincia de Buenos Aires para subir gente a los autobuses que los trasladarían hasta los actos de Menem, de 72 años, y de Kirchner, de 53 años, programados en el estadio del River, en el barrio de Núñez, al norte de la capital, y en la extensa playa de estacionamiento del Mercado Central de Buenos Aires, situado en el periférico barrio de La Matanza, eran patéticos. Los dirigentes barriales debían cumplir con el horario previsto, hacia las ocho de la noche, para coincidir con el discurso del candidato y la retransmisión en directo de los móviles destacados por los telediarios centrales y las cadenas de pago.

El último pulso entre los peronistas consistía en demostrar ante las cámaras quién lograba al fin convocar más asistentes. Según las estimaciones previas, las dos juntos no lograrían movilizar más de cien mil personas. Los analistas aseguran que ningún golpe de efecto, ni declaración intempestiva, ni promesa de última hora, modificará ya la voluntad de los electores. Según las encuestas, los indecisos se reducen a poco más del 10% y la paridad entre los tres candidatos se mantiene, aun cuando Menem en algunos sondeos y López Murphy en otros se diferencian alternativamente con una ventaja de entre tres y cuatro puntos de uno sobre el otro. Néstor Kirchner les sigue a escasa distancia. Los responsables de los estudios de opinión advierten de que los márgenes de error y las oscilaciones a última hora de dos o más puntos colocan a los tres en un virtual empate técnico.

Sólo López Murphy, a quien todos los sondeos destacan por su notable ascenso en el último mes, asegura que las encuestas son confiables. Los peronistas reniegan de ellas, a las que acusan de estar pagadas o manipuladas, y duplican los porcentajes a su favor que atribuyen a lo que supuestamente sucede cuando ellos recorren el país. En una semana Menem elevó para sí mismo del 10% al 20% la ventaja en votos que le sacará al segundo. "Cuanto más me peguen, más voy a crecer", advierte Menem.

Rodríguez Saa, ex gobernador de San Luis y presidente interino designado por la Asamblea Legislativa para reemplazar al renunciante Fernando de la Rúa en la última semana de diciembre de 2001, dice que cuenta ya con el 30% de los votos a su favor cuando todas las encuestas le rebajan al cuarto lugar con menos del 18%. El Adolfo, como le llaman sus partidarios a Rodríguez Saa, concluyó anoche la "marcha de los sueños" en su feudo de la provincia de San Luis, el territorio que gobierna desde 1991 y que su familia controla desde hace más de 150 años. Los encuestadores de la región de Cuyo, que integran las provincias de San Luis, Mendoza y San Juan, al oeste de Buenos Aires, aseguran que allí Rodríguez Saa resulta primero en todos los sondeos con más del 30% de los votos, pero la elección se decide en la capital federal y los tres cordones del llamado el Gran Buenos Aires, donde residen más de 10 millones de los 24,5 millones de ciudadanos en condiciones de votar.

El llamado voto útil parece haber ganado la voluntad de los ciudadanos que en las elecciones a senadores de octubre de 2001 optaron por el voto bronca y reclamaron desde entonces, cuando se registró un 40% de abstención, "que se vayan todos".

El peronista Carlos Menem, un "fantasma del pasado", como le llama el también peronista Néstor Kirchner, es el único candidato que tiene casi asegurado el pase a la segunda vuelta, pero todos los sondeos que vaticinan su triunfo observan también que recoge el más alto índice de rechazo.

Partidarios del candidato López Murphy, el miércoles, en Buenos Aires.
Partidarios del candidato López Murphy, el miércoles, en Buenos Aires.AP

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