_
_
_
_
Reportaje:

Cicatrices contra la versión oficial

Un inmigrante marroquí fue apaleado en Huelva casi un mes antes del asesinato a golpes de otro extranjero en la ciudad

El asesinato que un grupo de encapuchados cometió el pasado jueves en Huelva fue definido

de manera oficial con toda rapidez como un hecho aislado, algo que nunca había pasado y, por lo tanto, imposible de prevenir. Un marroquí de 60 años falleció el sábado en un hospital de Sevilla con la cabeza destrozada. Otro, de 36 años, sigue internado en el mismo centro sanitario y la otra víctima, un varón de 24 años, recibió el martes el alta en Huelva tras recuperarse de una herida en la pantorrilla y una crisis nerviosa.

Contrariamente a la versión oficial, este ataque ya sea contra indigentes -como insinúa la Delegación del Gobierno-, inmigrantes o ambos no es algo nuevo. Abderrahman Quarrab asegura que le apalearon mientras dormía en la calle en Huelva el 21 de marzo. El parte médico del hospital sevillano Virgen Macarena que lleva consigo habla de fractura leve en el temporal izquierdo y de la cabeza del peroné y las cicatrices de su cuerpo certifican lo que dice el papel lleno de dobleces.

Quarrab tiene 31 años y dice haber nacido en Kalhat. Sentado en la sede de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España (Atime) decía ayer no acordarse de la agresión. Sólo del dolor. Sin embargo, en la denuncia que presentó en la Comisaría de Huelva a las cinco y media de la mañana el 21 de marzo se habla del ataque de un grupo de personas con las cabezas cubiertas y palos y barras de hierro en las manos. Quarrab insiste en que él no recuerda nada y asegura que esos datos se los debió de dar a la policía otro de los agredidos. Por el momento, no se tiene conocimiento oficial de otras víctimas por ese ataque. Aunque tampoco resulta extraño, ya que el caso de Quarrab tan sólo ha salido a la luz después de la paliza y asesinato del jueves. También se había ocultado que hubiera bandas organizadas dando palizas y que de una u otra manera, los trabajadores sin papeles están en su punto de mira.

Quarrab estuvo ingresado en el Virgen Macarena desde el 21 de marzo hasta el pasado día 8. El parte médico asegura que llegó al centro sevillano trasladado desde el hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva. Él asegura que tras presentar la denuncia en Comisaría pasó por varios centros de salud y que llegó en autobús a Sevilla, en donde le llevaron al hospital.

Quarrab insiste en que no vio a sus agresores, diga lo que diga el atestado policial. De lo que sí dice acordarse es de un compatriota con el que coincidió en uno de los centros en Huelva. Recuerda que tenía vendados los pies y que éste le dijo que se los habían rociado de gasolina y prendido fuego mientras dormía.

Quarrab llegó a España hace dos años en una patera dejando mujer y dos hijos atrás. Desde entonces, ha trabajado en Granada, Almería, Murcia, Córdoba y Girona. Solicitó su regularización en Zaragoza en 2002 y se la denegaron.

Abderrahman Quarrab, ayer, durante la entrevista.
Abderrahman Quarrab, ayer, durante la entrevista.PABLO JULIÁ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_