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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La hora de los chiíes

Después de décadas de represión bajo el régimen de Sadam Husein y el Partido Baaz, la mayoría chií de Irak (60% de la población) ha recuperado el derecho a expresarse públicamente. Los centenares de miles de personas que desde ayer se reúnen en su ciudad santa de Kerbala han hecho una demostración de fervor religioso, pero también de fuerza social y tal vez política en un momento de vacío institucional.

La libertad conseguida tras la caída del régimen de Sadam Husein puede haber abierto la caja de Pandora de las tensiones étnicas y religiosas en una sociedad iraquí sumamente compleja en términos de adscripciones religiosas y tribales. El peregrinaje a la tumba de Husein, nieto de Mahoma y una de las figuras más veneradas por el chíismo, al cumplirse los 40 días de luto en memoria de su martirio, hace 1.350 años, había estado prohibido desde 1977. Por primera vez desde entonces, las masas chiíes han podido expresar libremente en Kerbala sus sentimientos religiosos y políticos, incluyendo algunos llamamientos a la pronta salida de las tropas extranjeras, aun reconociendo que han derribado el régimen opresor de Sadam. La captura de la dama de picas en la baraja de los jerarcas del régimen buscados por EE UU ha sido una buena noticia para los chiíes, pues Muhammad Hamza Zubaydi dirigió la sangrienta represión contra los que se levantaron en el sur en 1991, incitados por EE UU y otros países de la coalición de entonces que luego no les apoyaron.

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Cabe recordar que en 1982 los chiíes de Líbano saludaron la invasión israelí como liberadora de la opresión palestina (esencialmente suní), para acabar, mediante la violencia de Hezbolá, expulsando a los soldados de Israel 18 años después. También saludaron en 1983 la llegada de la fuerza multinacional que acabó marchándose tras un insoportable acoso en el que murieron más soldados americanos que en esta guerra de Irak.

Las tropas de ocupación y el administrador estadounidense en Irak, ex general Jay Garner, se van a enfrentar a una tarea sumamente difícil. Ya en Bagdad, se han visto obligados ante la presión popular a poner en libertad a un clérigo chií detenido por soldados estadounidenses.

Los chiíes, al contrario que los suníes, están organizados, pues disponen de un clero. Algunos clérigos ya han asumido el control de determinadas ciudades, lo que plantea problemas a la Administración estadounidense. No son una fuerza políticamente homogénea. De hecho, un ayatolá supuestamente prooccidental ha sido asesinado en la ciudad sagrada de Najad, y el máximo dirigente del supuestamente moderado Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak retrasa su regreso del exilio en Irán por razones de seguridad. A quien EE UU más teme es al grupo integrista Dawaa, armado y siempre activo en el interior de Irak.

Pero hoy es momento de regocijo, de libertad y celebración para los chiíes iraquíes. La democracia, si llega, tardará. Caben pocas dudas de que cuando en Irak se practique la regla básica de una persona un voto, los chiíes tendrán al menos el control del sur y el este de un país de estructura federal. Aunque no todos los chiíes son partidarios de una teocracia al estilo de la que impuso Jomeini en el vecino Irán, ésta es una perspectiva inquietante que no se puede descartar. Lo que resulta incongruente es que Donald Rumsfeld, tras una guerra contra una dictadura, sugiera que EE UU no aceptará un régimen islámico en Irak incluso si sale de las urnas. Uno de los objetivos de EE UU es la teocracia chií del vecino Irán, otro país del eje del mal de Bush. Pero no le resultará fácil a EE UU evitar que los chiíes amplíen su poder no sólo en Irak, sino en todo Oriente Próximo.

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