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LA TRANSICIÓN EN IRAK | La persecución del círculo de Sadam

Ejercicios de civismo entre la destrucción y el pillaje

Ángeles Espinosa

El camión va dejando un tufo de muerte a su paso. El olor amargo de los cadáveres en descomposición resulta inconfundible. Delante, para evitar respirar ese aire infecto, una camioneta transporta, de pie en la caja trasera, a la docena de voluntarios que recogen a los perdedores de la guerra para darles sepultura. No es el único ejercicio de civismo que estos días se ve en medio de los saqueos y pillajes que humillan Bagdad.

"Venimos de Saidiya", grita uno de los jóvenes desde el vehículo en marcha, en referencia a una barriada pobre del suroeste de la capital iraquí, una de las zonas más castigadas en la toma de la ciudad. En el Irak terminado de destrozar por un mes de bombardeos y combates, aún no hay servicios municipales que puedan hacerse cargo de una tarea tan dolorosa como urgente. Los cuerpos empiezan a pudrirse al sol.

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Los voluntarios, apenas dotados de mascarillas y guantes, llevan los cadáveres a su lugar de origen, Sheij Abu Maaruf, una aldea del norte de Bagdad. Una pancarta con la inscripción "Media Luna Roja" escrita a mano les confiere oficialidad. La misma que las batas verdes de cirujano dan a los voluntarios armados que desde hace una semana vigilan los hospitales para alejar a los ladrones.

Patrullas de voluntarios

Antes de que los primeros vehículos de la policía de tráfico salieran a patrullar el jueves, numerosos vecinos ya habían organizado por su cuenta turnos para gestionar las enormes riadas de coches que desde hace dos días se han lanzado a las calles de la ciudad. Hay agentes voluntarios en el exclusivo barrio de Al Mansur y el popular Baie. Y no se les da mal. Tres o cuatro jóvenes se dividen la tarea en los cruces, aún desprovistos de semáforos por falta de electricidad.

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"Llevamos un mes presos en nuestras casas, así que ahora que se empieza a recuperar la normalidad salimos, aunque no tengamos nada que hacer", justifica Salah. Resulta increíble que, en medio de la inseguridad que aún reina en la ciudad, haya tal avalancha de coches que se produzcan atascos en algunas calles. Pasan junto a la Feria Internacional de Bagdad, donde la gente seguía robando sacos de azúcar y té por tercer día seguido, y junto al mercado de Baie, donde los vecinos van a comprar frutas y verduras.

"Tenga en cuenta que llevamos dos semanas sin teléfono y la gente quiere ver qué tal están sus familiares y amigos", explica Ahmed, uno de los guardias voluntarios que intentan dirigir el tráfico. Los primeros coches de policía, ocupados en mostrar su vuelta a las calles para las televisiones extranjeras, aún no han llegado tan lejos.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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