_
_
_
_
Reportaje:VICTORIA ABRIL

"El cine debería depender de Sanidad porque va bien para el coco"

Victoria Abril rueda estos días en Madrid 'Incautos', de Miguel Bardem

Los timadores le caen bien, y eso ayuda. Victoria Abril rueda desde hace tres semanas Incautos, cuarta película de Miguel Bardem. Un thriller sobre una pandilla de estafadores, unos tipos que el director define como inteligentes, paranoicos, mentirosos, desconfiados y seductores. Tipos cautivadores, añade, que rozan "la grandeza y el patetismo". Federico Luppi, Ernesto Alterio y Manuel Alexandre acompañan a Victoria Abril. Buscan retirarse con el golpe de su vida. "Los actores también nos ganamos la vida con mentiras", dice la actriz, "pero los actores lo hacemos para mejorar la realidad, y eso es bueno, supongo".

Victoria Abril (Madrid, 1959) espera en un lujoso hotel del paseo de la Castellana para entrar en escena. Está morena, el pelo recogido en una coleta y muy guapa, con vaqueros y sin maquillar. Habla rápido, a su manera desordenada y divertida. Tiene la risa y el nervio contagioso. Si echa el freno, resulta cálida; si acelera, es difícil acompañarla. Le traen un café americano y lo devuelve. "Italiano, por favor, que estamos en pleno boicot", le dice al camarero. Llega la maquilladora, Ana Lozano, y el peluquero, Manolo García. El jefe de prensa, David Sánchez, entra y sale. "En esta película voy muy guapa, llevo millones en joyas y ropa, mucho glamour, nada del punto señorona del PP. No, de eso nada. Esto es gran clase".

"Sólo sé que la experiencia vale mucho y la técnica sólo sirve para olvidarla"
Más información
Un repertorio de timadores en la España de la transición

La actriz rueda en España después de dos años. Su último trabajo fue en Sin noticias de Dios, de Agustín Díaz-Yanes. "Han sido dos años de paro y, la verdad, tenía ganas", dice. Rodará tres películas seguidas (la próxima, en Valencia, con Javier Balaguer) y luego volverá a su casa de París. "Con una buena película al año me basta y sobra para vivir. Cuando una tiene más de cien películas detrás, quedan muy pocas razones para dejar a mis niños de lado. Claro que de ahí a nada, tampoco, que tenemos que comer y los números están morados". En estos años, los seis proyectos que tenía previstos ("algunos maravillosos") se han visto afectados por la crisis, "la del cine europeo, no sólo el español".

"Cuando yo empecé hace 30 años, ya se hablaba de crisis; el cine sabe vivir en estas situaciones, no es nuevo, se acaban encontrando cosas, pero ahora está más aplastado que nunca y no es un problema sólo nuestro. El cine francés va un poco mejor, sí, pero tampoco mucho mejor". "No sé, yo creo que el cine no debería depender del Ministerio de Cultura, sino del de Sanidad, porque muchas veces es mejor para el coco que un médico, y por sólo cinco euros".

La actriz se ha instalado en un piso del centro de Madrid, "un apartamentito en la puerta del Sol, en pleno mogollón".

"Mi llegada a Madrid fue increíble", cuenta, "en el aeropuerto me enteré de que se pedía la dimisión de la presidenta por los Goya. No podía creerlo, y eso sólo fue el principio. Yo, por primera vez desde el 23-F, me he tirado a la calle como una loca. De verdad. No he visto ni un morro más grande ni un timo más fuerte que el que nos han vendido con esta guerra. Ver la llegada de los soldados a Bagdad y cómo ponían la bandera americana en la cara de la estatua de Sadam, lo primero, dejando claro todo; olvidándose, qué despiste, de la vieja bandera de Irak, ésa que venían a liberar. Luego la pusieron, claro, ¡de corbata! Qué locura ¿verdad? Rodamos una película sobre mentirosos que cuentan verdades cuando la realidad sólo cuenta mentiras. El verdadero timo es la política y las cosas que se hacen en nombre de la democracia. Eso sí que es un timo de los grandes".

A la actriz le quedan pocos minutos para entrar en escena. "Rodamos el momento del timo, se llama el Timo Disney, y el incauto, el Mirlo Blanco, está a puntito... En esta película hay todo tipo de timadores, de trileros a guante blanco, pero ni una gota de sangre". El personaje de Victoria Abril le ha ofrecido a Federico Luppi (un estafador elegante, astuto y metódico que tima a banqueros, políticos y militares) lo que entre ellos llaman un "Mirlo Blanco", el gran golpe para retirarse a un incauto confiado, avaricioso y rico.

Luppi entra y saluda a la actriz. Es su viejo amor en la película. "Ahora he vuelto a él. Hace años dimos un gran golpe y yo entonces le dejé, pero ahora estoy aquí, le busco por necesidad. En esta película hay amor, y del bueno". Miguel Bardem (que ha escrito el guión junto a Carlos Martín) prepara el plano sentado en una mesa. "Este chico sabe mucho, la caligrafía es perfecta y eso se nota, no se pierde, nada de masters, éste sabe lo que es un plano, un numero detrás de otro. Me fío de él. Además, está en su punto de madurez, nos han unido extrañas casualidades, creo que ahora puede ser su momento".

Victoria Abril estará en Madrid algún tiempo más, luego rodará en Canarias (Incautos ocurre entre la capital y Las Palmas). La actriz salta de un asunto a otro. Habla de sesiones de cine golfas cerca de su casa, de Harry Potter hasta en los cereales que toman sus hijos. ("¿Cómo se compite contra los cereales?", pregunta), de los nuevos actores y el cine que le gusta. Cita la película brasileña Ciudad de Dios y echa el freno: "Lo único que sé es que la experiencia vale mucho. La técnica sólo sirve para olvidarla, uno empieza a ser buen actor cuando se dejan de ver los hilos de la marioneta. Es como esos actores de Ciudad de Dios, de Victor González, esos actorazos nacen de la necesidad. Son niños y la cámara ni la ven ni la sienten, son grandes actores porque la necesidad es una de las mejores escuelas que conozco".

Victoria Abril, durante el rodaje de <i>Incautos, </i>de Miguel Bardem.
Victoria Abril, durante el rodaje de Incautos, de Miguel Bardem.MATIAS NIETO

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_