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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dimisión y pasteleo

David Madí, responsable de las encuestas falseadas de la Generalitat y hombre fuerte del conseller en cap y delfín de Pujol, Artur Mas, hizo ayer efectiva su dimisión para evitar convertirse en "excusa" para la "erosión" de su formación, CiU. A renglón seguido, los dos grandes partidos en Cataluña, nacionalistas y socialistas, tal como estaba previsto, dieron de consuno carpetazo a la comisión parlamentaria de investigación sobre los sondeos.

Gracias al desenlace provisional de este escándalo, las administraciones catalanas se han comprometido a incrementar la transparencia de sus encuestas, y el responsable de los sondeos manipulados desaparece del mapa público, aunque ahora se refugie en la cocina electoral de su partido. En democracia, a veces con dificultades, quien la hace la paga. Los partidos minoritarios en Cataluña (Esquerra, Iniciativa y PP) lamentan que su cese no fuera acompañado de una honesta asunción de responsabilidades concretas. Pero este argumento tiene escaso fundamento, ya que en un régimen parlamentario se asumen responsabilidades políticas dimitiendo ante el Parlamento.

Los argumentos esgrimidos para la dimisión, en cambio, son muy endebles. Madí, su patrón y los medios afines han señalado que las graves manipulaciones, censuras y falseamientos en las encuestas, siempre en beneficio de Mas, eran meros "errores", un asunto "irrelevante", catapultado por una conjura "mediático-política" de intereses espurios. Excusas patéticas y efímeras. Ya Pujol advirtió que el desaguisado era obra de "un tonto o un inútil".

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Quedan abundantes sombras en este desenlace. El carpetazo a la comisión de investigación secuestra a la ciudadanía el conocimiento cabal del alcance completo de las falsedades -de las que las reveladas constituyen sólo una muestra-, de los procedimientos utilizados y de la nómina de coautores, cómplices y encubridores. En vez de tanta retórica, le hubiera bastado al Gobierno de CiU con abrir los archivos de las encuestas, sus tablas y sus fichas de microdatos. Han sido pagadas por los contribuyentes y deberían estar disponibles al escrutinio público.

La dimisión de Madí se cierra, así, parcialmente en falso. Es lógico que la CiU de Mas lo auspiciase para sajar la gangrena. Pero resulta más preocupante que el PSC de Pasqual Maragall se avenga a lo que los minoritarios califican, ahora con toda la razón, de "pasteleo", presuntamente para "tapar las vergüenzas" concomitantes de las administraciones socialistas y, en concreto, la opacidad en sus encuestas. ¿Significa que el cambio que se augura quedará a medias?

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