Palacio de Deportes
Al barrio de Salamanca, que tiene cada vez menos vecinos, le faltan zonas verdes y le sobran oficinas. La plaza de Felipe II, de las llamadas duras, carece de árboles, agua y tierra, y a pesar de eso y de su ocupación para campañas publicitarias que no interesan a nadie, salvo quizá al Ayuntamiento, está siempre llena, porque es el único lugar de la zona sin coches donde juegan los niños.
Con estas carencias, a las autoridades locales no se les ha ocurrido mejor idea que hacer un Palacio de Deportes mayor que el que había, cortando de paso todas las acaciadas que rodeaban al edificio, sin prever los accesos al mismo por la calle de Goya. La entrada por esta calle viene adornada por un voladizo que, además de sobrepasar con mucho la líneas de los edificios de tan céntrica calle, es un atentado al buen gusto. Y, sin exagerar, les digo que se verá, si nadie lo remedia, desde la plaza de Colón. Para ser la última actuación de Álvarez del Manzano y de Ruiz-Gallardón, ¡vaya recuerdo nos dejan!