EE UU prohíbe a los soldados exhibir su bandera
El Pentágono reparte a la tropa una baraja con los 55 líderes más buscados en Irak
El secretario de Defensa de EE UU, Donald Rumsfeld, aseguró ayer que su Ejército en Irak estaba haciendo "todo lo posible" por contener el pillaje y el vandalismo entre la población, pero consideró "normal" que "la transición de un régimen policial a una situación de libertad" produjera desorden. "No disculpo esos actos, pero los comprendo", dijo. Rumsfeld recordó que aún había combates en Bagdad y que no todo el país estaba bajo control.
Por ello, dijo, la localización de Sadam Husein y de las presuntas armas químicas y biológicas no son para él lo más urgente. Las tropas del general Tommy Franks empezaron a recibir instrucciones aisladas sobre sus obligaciones durante la ocupación de Irak, que podría durar meses o años. Para empezar, se prohibió a los soldados que exhibieran la bandera estadounidense. Las barras y estrellas no podían lucir ni siquiera en vehículos militares o acuartelamientos. El único lugar apropiado para la bandera sería, en un futuro próximo, la nueva Embajada de Estados Unidos en Bagdad. Según el texto de la orden, había que evitar que se reforzaran los sentimientos antiamericanos y que los iraquíes percibieran la ocupación "como una opresión".
Miles de soldados recibieron también una baraja de póquer en la que cada naipe contenía el nombre, la fotografía y algunos datos biográficos de uno de los 55 dirigentes iraquíes buscados "vivos o muertos" por la Administración encabezada por el general Franks. "La idea es que, jugando a las cartas, las tropas se familiaricen con los rostros y los nombres de las personas que queremos detener", explicó un portavoz del Pentágono. Los cuatro ases de la baraja eran Sadam Husein, sus hijos Uday y Qusay, y Tarek Aziz. La reina de corazones era Mohamed Said al Sahaf, el ministro de Información.
El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, admitió, sin embargo, que aún no estaba claro qué ocurriría con esos ex dirigentes en caso de ser detenidos. En principio, la Casa Blanca optaba por someter a juicio en un tribunal estadounidense, ordinario o militar, a quienes hubieran cometido crímenes de guerra contra ciudadanos de Estados Unidos durante la actual guerra, y por ceder el resto a futuros tribunales iraquíes. La cuestión, sin embargo, no estaba cerrada. El Gobierno de Washington se veía obligado a improvisar, sorprendido por la rapidez de los acontecimientos. "Hay éxitos excesivos", comentó Rumsfeld.
El general Richard Myers, jefe del Estado Mayor, anunció que, además de solicitar fuerzas de pacificación a países aliados, se estaba convocando a policías retirados estadounidenses que estuvieran dispuestos a pasar una temporada en Irak, cooperando con la creación de una nueva policía. Se ignoraba aún si los agentes de policía del régimen baazista podrían integrarse en los nuevos cuerpos, pero en varias ciudades iraquíes se les solicitaba que volvieran inmediatamente al trabajo.
Los soldados, dijo Rumsfeld, estaban "intentando disuadir" a quienes saqueaban centros oficiales y hospitales, pero su preocupación principal era combatir y "evitar atentados suicidas". Un día más, el secretario de Defensa tuvo palabras amenazantes para Siria. El Gobierno de Damasco anunció ayer el cierre de su frontera con Irak, respondiendo a exigencias de Washington, pero Rumsfeld dijo que Siria había "permitido la entrada de material bélico y combatientes extranjeros a territorio iraquí y la huida de dirigentes perseguidos". "En estos momentos hay gente iraquí que sigue cruzando la frontera y refugiándose en Siria", aseguró.
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