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Crónica:FÚTBOL | Liga de Campeones: ida de los cuartos de final
Crónica
Texto informativo con interpretación

Raúl hace trizas al Manchester

El Madrid consigue una excelente ventaja en la eliminatoria tras un hermoso partido, con los dos equipos fieles a su estilo

Santiago Segurola

A veces lo predecible del fútbol alienta la hermosura. El Madrid y el Manchester no se salieron un milímetro de lo que se espera de ellos, con su grandeza y sus defectos, más evidentes en el caso del equipo inglés, que no logró contener el poderío de Raúl y Zidane, autores de un partido memorable, un partido más para el gusto de los aficionados que para el ojo de los entrenadores. Pero la vibración que produjo, y momentos sublimes, supera cualquier análisis táctico. Al fin y al cabo, son el Madrid y el Manchester. De ellos se espera otra cosa, un vértigo que se hizo evidente en el Bernabéu y que finalmente resultó favorable al Madrid, de nuevo implacable ante el gol.

Pocos equipos tienen más puntos en común que el Madrid y el Manchester, productos de una descompensación que alienta el fútbol de ataque, o el predominio de sus delanteros sobre unos defensas que juegan en situaciones límite. La diferencia es que el Madrid tiene defensas más competentes y delanteros mejor armados para el gol, aunque parezca difícil calibrarlo cuando enfrente están Van Nistelrooy o Scholes, dos linces en lo suyo. Pero los recursos de Raúl, Ronaldo, Figo y Zidane siempre fueron superiores: encontraban una solución más imaginativa a los problemas y, en último término, la concretaban con goles. Fue extraordinario el de Figo, muy típico el primero de Raúl y peculiar el segundo. No pertenece Raúl a la categoría de los pegadores, pero cuando llega el momento se destapa con una inesperada media distancia. Su zurdazo fue estupendo.

REAL MADRID 3 - MANCHESTER 1

Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos; Flavio, Makelele; Figo, Raúl, Zidane; y Ronaldo (Guti, m. 83).

Manchester: Barthez; G. Neville (Solskjaer, m. 86), Ferdinand, Brown, Silvestre (O'Shea, m. 60); Beckham, Keane, Butt, Scholes, Giggs; y Van Nistelrooy.

Goles: 1-0. M.12. Figo bombea de rosca a la escuadra izquierda de Barthez.

2-0. M. 28. Zidane mete el balón a Raúl, que, dentro del área, controla de espalda y remata.

3-0. M. 49. Raúl recibe fuera del área, se prepara el balón y lanza un zurdazo colocado.

3-1. M. 52. Neville centra, Giggs remata, rechaza Casillas y cabecea Van Nistelrooy.

Árbitro: Frisk (Suecia). Tarjeta amarilla a Neville, Van Nistelrooy, Scholes -no podrá jugar la vuelta- y Keane.

75.000 espectadores en el Bernabéu.

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Por buenos que fueran los goles, hubo una sensación de debilidad en la defensa del Manchester, integrada por honradísimos y muy discretos jugadores. En este capítulo defensivo, el Madrid suele ser un equipo sufriente, demasiado expuesto por las características de sus figuras, que viven para el ataque exclusivamente. En partidos como el de ayer es donde se aprecia el valor de Hierro y Helguera, impecables en una noche exigente. El Manchester no disimuló su querencia y jugó buena parte del encuentro cerca del área madridista. Avisó en varias ocasiones y nunca se le vio definitivamente superado por los acontecimientos, devastadores para cualquier otro equipo. El Madrid cobró tres goles de ventaja, pero el Manchester siempre encontró la manera de producir oportunidades.

Un prodigio de Figo acabó con los problemas iniciales del Madrid. El Manchester ocupó el campo madridista, con una paciencia poco inglesa. Dos remates de Scholes y Van Nistelrooy explicaron las posibilidades de estos dos formidables futbolistas. Pero la respuesta del Madrid fue espectacular. Una jugada bien elaborada terminó en los pies de Figo, situado como extremo izquierda, a dos metros del pico del área. Sin demasiada oposición buscó su perfil natural y dirigió la pelota con todo el veneno a la escuadra contraria, por encima del sobrevalorado Barthez. El gol generó un efecto eufórico en Raúl y Zidane, los dos grandes protagonistas en el Madrid.

Zidane desplegó sus mejores artes, con lo que eso significa: controles insospechados, aperturas perfectas, pases deliciosos. Uno de ellos permitió ver a Raúl en su mejor versión. Recibió el balón del astro francés, se giró con la bendición de Ferdinand y no perdió tiempo en su remate, que entró por el primer palo. Digamos que Barthez ayudó un poco, pero Raúl es una mina. Fue el mejor del encuentro sin discusión, a pesar del seductor efecto que protagoniza Zidane en sus grandes noches. Hay algo en la sabia eficacia de Raúl que no admite comparación en estos tiempos. El tercer gol vino a confirmarlo. Lo más sorprendente es que la ventaja nunca pareció suficiente, porque el Manchester no declinó jamás. Persistió en su manera, con mucha gente en el ataque, aunque con alguna ausencia notable. Beckham, por ejemplo, hizo mutis descaradamente. No estuvo ni para lo fino, ni para lo gordo. Por lo visto tiene un problema con Roberto Carlos, cuya rapidez y potencia resulta disuasoria para él.

Hubo dos jugadores que se resistieron con toda sus energía a la capitulación. Uno fue Scholes, fuera de su posición natural durante gran parte del encuentro. Desde la banda izquierda fue el principal armador del juego del Manchester, sin demasiada ayuda de Keane y Butt. En la delantera, Van Nistelrooy ofreció la clase de impresión que acompaña a los grandes jugadores. Cada una de sus intervenciones añadía peligro a las jugadas. En esos momentos, el partido tenía un punto de alboroto, o al menos estaba muy descosido. Como no son dos equipos preocupados por finuras tácticas, el juego voló de área a área, y fue entonces cuando el fútbol adquirió la grandeza que apasiona a los aficionados y que preocupa a los entrenadores. Así han escrito su última historia el Madrid y el Manchester, y casi se puede dar por seguro que de eso se tratará en Old Trafford. De fútbol con vuelo, de partido para futbolistas, de gran eliminatoria.

Raúl intenta un difícil control ante Ferdinand.
Raúl intenta un difícil control ante Ferdinand.MIGUEL GENER

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