El Milan resiste con su versión italiana más cruda

A la hora de la verdad, el Milan ha resultado ser tan italiano como el más italiano. A estas alturas del curso, con la temporada en su curva decisiva, ya no hay rastro de aquel Milan otoñal que Carlo Ancelotti, su técnico, había maquillado con un juego alegre y atrevido, adecuado a una pasarela rutilante con futbolistas como Rui Costa, Pirlo, Rivaldo, Shevchenko, Seedorf, Serginho, Tomasson... La versión actual es la de un equipo crudo, tanto para el espectador como para el enemigo. Un guión que le ha desterrado en la lucha por el título en Italia, tras un buen tramo del campeonato en lo más alto, pero que, de momento, le sostiene en la Liga de Campeones. En parte, por la ternura mostrada ayer por el Ajax, un equipo tan pulcro, tan aplicado en el manejo de la pelota, como blando en las dos porterías.

Por suerte para la muchachada de Ronald Koeman, el Milan no le exigió remangarse en la defensa. Sin embargo, pese a concederle el control absoluto del partido, el conjunto holandés se cegó ante Dida. No supo exprimir la racanería milanista. Unas veces Nesta y Maldini -anoche central- y otras la falta de pegada de sus delanteros le frustraron en el ataque. Ni siquiera sacó ventaja de la concesión defensiva de los italianos, que, sin sonrojo alguno, situaron sus baterías a un palmo de Dida, con los centrales atrincherados en su área.

Fiel a la escuela holandesa, el Ajax tejió y tejió con la cadencia precisa hasta que asomaran los extremos, ya fueran los interiores -Pienaar y Maxwell- o los laterales -especialmente el velocísimo Trabelsi-. Volcado en las dos orillas, el equipo de Koeman fue el único que aliñó con gracia el duelo. El único que puso picante a un partido en el que su contrario sólo puso empeño en bajar la persiana desde el inicio. Pero al Ajax le falta fuego. Su academicismo es brillante hasta que le llega la hora de embocar. Entonces se vuelve tierno, máxime ante pretorianos como Maldini, Nesta y Costacurta, los pivotes sobre los que finalmente Ancelotti ha decidido hacer gravitar a su equipo. Así acaricia la semifinal, pese a que en los últimos ocho partidos del torneo nunca ha conseguido marcar más de un gol, fuera quien fuera el riva. Ésta es la vía italiana, la de toda la vida. Incluso la de este Milan que parecía tan guapo.