Daños visuales
El negocio de la contaminación ha llenado hasta tal extremo Madrid de vehículos y otros artefactos antiambientales, que nos los tropezamos continuamente por todas partes y, en su aspecto de contaminación espacial y lumínica -que se añaden a la contaminación atmosférica y acústica que, ante todo, generan-, nos asaltan por doquier con sus enloquecidos centelleos de una brutal y dañina intensidad.
Por lo que conviene dar el consejo de que se tenga buen cuidado de no fijar la vista en tales centelleos, procurando no mirar hacia donde con ellos se nos ataca.
Es imperdonable que las autoridades responsables de la salud y de la circulación por las vías públicas no hayan acabado ya con estas agresiones de tan fuerte impacto.
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