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Tribuna:GUERRA EN IRAK | La opinión de los expertos
Tribuna
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La última batalla

Durante el siglo XVII las guerras se hacían atacando las ciudades que constituían plazas fortificadas. Tras el asedio, la artillería disparaba contra la fortificación hasta lograr abrir una brecha en la muralla por donde lanzar el ataque. Pero antes del asalto final, se realizaba un ritual que consistía en conminar a los defensores a rendir la plaza. Si así lo hacían, los vencedores se comprometían a tratar con honor y respeto a los derrotados evitando asaltar la ciudadela, donde los combates sangrientos provocaban un gran número de bajas entre asaltantes, defensores y población civil. Una imagen ilustrativa de esta forma de hacer la guerra y la paz es el cuadro de La rendición de Breda, más conocido como el cuadro de Las lanzas, de Velázquez. Cuando los mandos de la ciudadela llegaban a la conclusión de que antes o después la derrota era segura, aceptaban la rendición para evitar más bajas propias, en el convencimiento de que el tiempo jugaba en contra de los defensores.

La organización de las tropas aliadas en Irak no es la más adecuada para la lucha urbana
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Sadam reaparece en las calles de Bagdad

En pleno siglo XXI las cosas han cambiado. Sadam no parece dispuesto a rendirse aunque sea para evitar más bajas a su Ejército. Aquí el tiempo juega en contra de los aliados, cuya sociedad rechaza los daños a la población civil y tolera pocas bajas propias. Con estos condicionantes, las tropas de la coalición tienen que lograr la rendición de Bagdad lo antes posible.

Queda averiguar cuál será la estrategia aliada para lograr la rendición. La coalición tratará de evitar los daños sobre la población civil que, como es lógico, tanto impacto tienen sobre la sociedad internacional. Además, esto supondría un grave problema para ganar la paz, una vez terminada la guerra, pudiendo ser el germen de inestabilidades posteriores. Por el contrario, Sadam Husein parece interesado en que se repitan las imágenes de civiles heridos o muertos por bombas aliadas.

Sólo así se explica que el Gobierno iraquí no haya difundido planes de evacuación para poner a salvo de los combates a los bagdadíes o, al menos, a los vecinos de los barrios periféricos donde los combates parecen inevitables. Un plan de evacuación de grandes masas de población no se improvisa, tiene que estar planeado y, para que sea eficaz, los habitantes deben conocerlo con antelación.

Cuando llevamos más de 16 días de guerra, prácticamente no hay iraquíes en los campos de refugiados preparados en los países vecinos. Los motivos de que no traten de alejar a sus familias de la guerra no están claros, pero el principal podría ser la represión y el control interno ejercidos por las milicias del Partido Baaz.

¿Cómo se explica que los habitantes civiles de Basora salgan a por víveres y regresen a la ciudad? Tal vez sea debido a que parte de su familia permanezca en la ciudad como rehén, o simplemente al miedo a los seguidores de Sadam Husein cuando el conflicto termine. Hay que recordar que en 1991, terminada la guerra y con las fuerzas aliadas retiradas, Sadam realizó tremendas purgas, con miles de víctimas, para reprimir la rebelión de los shiíes en Basora, mientras la comunidad internacional permanecía impasible. Ante esta situación, ¿qué pueden hacer los aliados para provocar la caída de Bagdad?

Una vez que las tropas de la coalición superen definitivamente la llamada zona roja que trataba de cerrar el acceso a la capital, se encontrarán frente a las posiciones defensivas situadas en las inmediaciones de Bagdad cuya defensa está encomendada a la Guardia Republicana Especial. Esta línea defensiva está apoyada en los primeros edificios de la ciudad, por lo que el combate implicará la destrucción de la zona urbana situada en los arrabales.

En el interior de la capital, los milicianos han cavado trincheras y organizado puestos de tirador con sacos terreros para combatir a los atacantes en las calles. Éste sería el último reducto que deberían superar las tropas angloamericanas, aunque tratarán de conquistar Bagdad sin llegar a combatir en su casco urbano.

La coalición procurará destruir a la Guardia Republicana Especial, columna vertebral de la Guardia Republicana, para doblegar la voluntad de resistencia de los defensores y provocar su rendición. El maestro chino Men-Tse decía que "cuando el árbol cae, los monos se dispersan".

Si por este procedimiento no logran la rendición, los aliados podrían optar por aceptar el reto de Sadam, entrando en la ciudad utilizando las técnicas que EE UU llama MOUT (siglas en inglés de operaciones militares en terreno urbano). La decisión implica graves riesgos. Ningún Ejército occidental está bien preparado para este tipo de lucha. En 1995, el primer batallón ruso de la Brigada Maikop que entró en la ciudad chechena de Grozni perdió en dos días 800 de los 1.000 hombres y 102 de sus 120 vehículos acorazados.

La organización actual de las tropas aliadas en Irak no es la más adecuada para el combate urbano, caracterizado por el empleo de unidades más pequeñas, que combinan los carros de combate con la infantería a pie y aprovechan la noche para avanzar y para combatir.

El combate urbano multiplica el número de bajas de los combatientes, especialmente de los atacantes. Es una guerra total donde no hay retaguardia, donde los habitantes están en medio del fuego cruzado. Si ninguna guerra es deseable, una guerra en una ciudad donde la población civil no ha sido evacuada probablemente se convierta en una catástrofe.

Es el momento de sacar conclusiones de la estrategia aplicada sobre Basora. Esta experiencia permitirá al mando de la coalición tomar la decisión de repetirla, es decir, cercar la ciudad permitiendo la libertad de movimiento de la población, pero tratando de aislar a las tropas que la defienden; o diseñar una nueva estrategia para lograr la rendición de Bagdad. Ésta podría consistir en atacar un lado de la ciudad, empujando a la población hacia el opuesto para obligarles a salir. Simultaneando el empleo de la fuerza con la ayuda humanitaria. Cualquier acción que adopten debería tener presente que se trata de ganar la paz y sólo de ganar la guerra como medio para alcanzar una paz estable y duradera.

Miguel Ángel Ballesteros es teniente coronel jefe del Departamento de Estrategia de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas.

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