Miles de personas despiden al creador
Terenci Moix yace en el Ayuntamiento con una chapa de Sal Mineo y tabaco en el bolsillo
Las reacciones por la muerte de Terenci Moix fueron una verdadera catarata que, a lo largo del día de ayer, evidenciaron el cariño y la admiración que el mundo de la cultura y el espectáculo sentían por él. Pero también, sobre todo, sus miles de lectores. Muchos de ellos se acercaron por la tarde al Ayuntamiento de Barcelona, donde se abrió, poco antes de las seis, la capilla ardiente del escritor. Moix yacía con la medalla al mérito cultural del Consistorio colgada al cuello, una chapa de Sal Mineo en la chaqueta, la Lletra d'Or en la solapa y un paquete de Ducados en el bolsillo.
Miles de personas de todas las edades y condición acudieron ayer al Ayuntamiento demostrando hasta qué punto Moix fue querido por la gente. Antes de las seis de la tarde, sus allegados, con su hermana Ana María a la cabeza, velaban el cuerpo de Terenci, acompañados por el alcalde, Joan Clos, y el concejal de Cultura, Ferran Mascarell. El consejero de Cultura de la Generalitat, Jordi Vilajoana, se acercó un momento para "dar el pésame a la familia" y expresar su "reconocimiento a Terenci Moix como escritor y persona", pese a que el escritor había expresado su deseo de que no acudieran políticos ni de Convergència i Unió ni del Partido Popular. Vilajoana afirmó que había acudido a título personal.
Los acampados contra la guerra de Irak, instalados frente al Ayuntamiento, exhibieron una pancarta en la que se podía leer: "Terenci Moix era de los nuestros". Gentes de la cultura y el espectáculo como Enric Majó, Josep Maria Benet i Jornet, Elisenda Nadal, Rosa Maria Sardà, Núria Espert, Ventura Pons, Boris Izaguirre, Colita, Mercedes Abad, Ignacio Vidal-Folch, Narcís Comadira, Rosa Vergés, Ramón de España, Teresa Gimpera, Maria del Mar Bonet e Ian Gibson quisieron dar su último adiós al novelista. En la capilla del escritor se escuchaba La Traviata, en una versión cantada por Maria Callas; más tarde, Tosca. Muchos se paraban a firmar en el libro de condolencias, mientras no paraban de llegar coronas de flores. La capilla ardiente se abrirá hoy de nuevo a partir de las diez de la mañana.
Las reacciones por la muerte de Terenci Moix se sucedieron a lo largo de todo el día en una auténtica catarata de reconocimiento y simpatía por el autor. El escritor Mario Vargas Llosa, que le conoció durante los cinco años que vivió en Barcelona a principios de la década de los setenta, aseguró que Terenci Moix "estaba en un estado de permanente creatividad" y que era "un espectáculo en sí mismo, no sólo cuando escribía, sino también cuando vivía. La ruptura, el escándalo, eran su medio natural". Juan Marsé se mostró ayer en Valencia afectado por la muerte de su amigo. "Le ha matado el tabaco. Era incapaz de dejarlo", comentó con semblante serio a un auditorio compuesto por estudiantes de secundaria que participaron en una jornada de animación a la lectura. El consejero delegado del Grupo Planeta, José Manuel Lara Bosch, señaló que era "un gran escritor, de los que permiten mantener una maravillosa relación autor-editor". "Estoy muy afectado porque lo apreciaba mucho, tanto como Terenci como Ramón Moix", añadió.
Para el editor Josep Maria Castellet, la obra de Moix es "vasta, desigual, pero importante". Destacó que su irrupción en el mundo de la literatura catalana en la década de los sesenta "aportó una sensibilidad generacional diferente a lo que había entonces".
Para Rosa Regàs no existe una novela del autor que pueda destacar, "lo que vale es el conjunto de la obra", aseguró. Manuel Vicent le calificó de "personaje". "Más importante que lo que escribía era la imagen de sí mismo que transmitía: era simpático, cálido, buen tipo y con una frivolidad profunda". Francisco Umbral destacó su "libertad e independencia", y Joan Perucho calificó su trayectoría literaría de "grande y brillante".
El actor y director teatral Josep Maria Flotats dijo de él que "tenía el mal de vivir". Marisa Paredes, presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, aseguró que con la muerte de Terenci Moix el cine "pierde un gran valedor. Era gran cinéfilo, un amante de todo el cine, sin banderas".
Los Reyes enviaron un telegrama de condolencia a la hermana del escritor y también lo hizo el presidente del Gobierno, José María Aznar.
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