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GUERRA EN IRAK | La brecha transatlántica

Las reservas turísticas en Francia caen un 25% desde el comienzo de la guerra en Irak

Numerosos incidentes antiamericanos responden al boicoteo de marcas francesas en EE UU

De París a la Costa Azul, los establecimientos hoteleros y los restaurantes de lujo se resienten de la crisis iraquí. El ataque anglo-norteamericano ha supuesto una baja del 15% al 25% en las reservas hoteleras en Francia, la primera potencia turística del mundo, con caídas de hasta el 35% en la hostelería de lujo. Numerosos incidentes contra establecimientos norteamericanos en diversas ciudades de Francia responden al boicoteo a productos y marcas franceses en Estados Unidos. Las mezquitas de una comunidad de seis millones de musulmanes se han movilizado contra la guerra.

"Sadam, criminal; Bush, bienvenido al club", un lema habitual en las manifestaciones
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"Es la típica situación de espera propia de los periodos de conflicto, pero no hay una ola de pánico", dice el director de Turismo, Bruno Faréniaux. Un total de 2,9 millones de norteamericanos visitaron Francia en 2002, un 18% menos que los viajeros estadounidenses recibidos en 2001. Los profesionales del sector afirman que ahora apenas se ven norteamericanos ni japoneses, pero lo peor es la falta de perspectivas para los próximos meses. El hotel más emblemático de Cannes volverá a estar completo en mayo, durante el festival de cine, pero hasta entonces habrá de soportar una caída en las reservas. Y la ocupación de los hoteles de cuatro estrellas de París está bajando entre el 10% y el 25%.

"Los países europeos cercanos y la Francia profunda sustituyen a los norteamericanos que no vienen", dice André Daguin, presidente de la unión de industrias hoteleras, fijándose más en la cifra global que en el gasto de cada turista. Porque es verdad que, en números absolutos, Francia volvió a ser el primer destino turístico del mundo en 2002, con 76,7 millones de visitantes.

La crisis se inició tras el 11-S: el miedo al terrorismo comenzó a retraer al turismo estadounidense cuando el sentimiento de simpatía hacia Estados Unidos era mucho mayor que el que se percibe ahora.

La prensa francesa derrocha prudencia para no devolver a los anglosajones todos los clichés antifranceses que éstos explotan a placer, y, por supuesto, nadie ha hecho en Francia algo parecido a lo del tabloide británico The Sun, de Rupert Murdoch, con Jacques Chirac, pintándole de gusano. Pero esa contención no ha podido evitar que grupos de manifestantes la emprendan contra los símbolos de la cultura estadounidense. Tres establecimientos de McDonald's apedreados en París y Estrasburgo, lo mismo que el consulado norteamericano en esta última ciudad, testimonian del escaso afecto hacia los invasores de Irak, lo mismo que el destrozo de una réplica de la estatua de la Libertad en Burdeos.

De repente, una huelga en uno de los McDonald's parisienses más céntricos ha tomado acentos guerreros: "No a la guerra americana", "No a la guerra de McDonald's contra sus asalariados", proclamaba una gran pancarta exhibida en la fachada, el jueves pasado, en un recinto convertido en tribuna política. En medio de la curiosidad general, un jubilado lamenta que la Mecca-Cola -bebida inventada por un hombre de negocios pro palestino- no se venda lo suficiente como para sustituir a la Coca-Cola. Una de las chicas del piquete de huelga asegura que la gente se enfadaba con ellos en la huelga anterior, hace tres meses, pero ahora les felicitan por resistir a EE UU.

Las manifestaciones contra la guerra, que se han hecho casi cotidianas desde el día en que comenzó el ataque, menudean en mensajes antinorteamericanos: "Sadam, criminal; Bush, bienvenido al club". El miedo al extremismo musulmán en el mundo entero está presente en muchas cabezas, que temen una reacción incontrolable. La oposición política, que apoya estrechamente al presidente Chirac en la negativa rotunda a "legitimar" la guerra, se abstiene de atizar el fuego antinorteamericano y sólo va más allá que el Gobierno en la exigencia de que no se permita el sobrevuelo de los B-52.

Todos los sectores políticos y económicos son conscientes de la magnitud de la apuesta que hicieron, no "contra EE UU", sino "contra el unilateralismo del presidente Bush", matiza una y otra vez la diplomacia francesa. Pero el reguero de malas noticias cae imparable. Air France ha retrasado a 2005 la entrega de tres A320 y cuatro A318 programados para entrar en servicio en el otoño de este año, y no porque la compañía aérea francesa haya decidido abandonar a Airbus y pedir aviones a Boeing, sino por una decisión drástica de recorte de inversiones y gastos.

Sesenta parlamentarios republicanos presionan para que se anule un gran contrato de comidas colectivas del Pentágono con el grupo francés Sodexho. El Gobierno de París e importantes empresas implantadas en EE UU contraatacan advirtiendo de que el boicoteo antifrancés perjudicaría a entidades que "emplean a 500.000 norteamericanos", porque la mayor parte de sus productos se fabrican allí localmente. Un modo de preguntarles: ¿a quién le interesa esta otra guerra?.

Imagen de los destrozos en un McDonald's de París tras una manifestación contra la guerra el pasado 20 de marzo.
Imagen de los destrozos en un McDonald's de París tras una manifestación contra la guerra el pasado 20 de marzo.AP

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