Soldados hispanos contra Sadam Husein
El hispano José Antonio Gutiérrez fue repatriado en ataúd y con honores, pero no fue un patriota en armas, sino un fugitivo de la pobreza centroamericana, un desdichado que salió de un matadero para entrar en otro. La primera baja norteamericana en Irak fue niño de la calle de Guatemala, mojado en Estados Unidos y soldado contra Sadam como pudo haber sido lavaplatos en Nebraska o delineante en Nueva York.
"Si hubiera conocido a los iraquíes sin guerra, los hubiera hecho sus amigos. Era de ese tipo de chicos", recordó Bruce Harris, director de Casa Alianza. Cerca de 15.000 militares desplegados en el golfo Pérsico son de origen latino, según el Pentágono, y algunos parecidos a Gutiérrez, Sirín para quienes compartieron su existencia errabunda, menos trágica que la de otros. El chaval había conseguido dejar la calle y era aparejador, pero se vio sin futuro y lo buscó cruzando a nado el río Bravo. "Ya vimos lo que encontró", lamentó Harris.
El Ejército de EE UU alista a 54.756 soldados de familias mexicanas, y aquellas que los tienen en Irak reciben cartas de añoranza, de zozobra y agradecimiento, y también guerreras porque Sadam Husein, dicen, es un bicho. "Si tengo que matar gente, lo voy a hacer. No voy a regresar en una bolsa", escribió Máximo David García, oriundo de Guanajuato. Su tía enseñó a la prensa mexicana la foto del sobrino en traje de faena, recostado sobre un talud durante la expedición contra los talibanes afganos, en 2001. Las fotos de otros son en traje de gala, orgullosos de su prosperidad.
García entró en la academia soñando medirse en una guerra. Los iraquíes deben capitular, recomienda, porque, caso contrario, lo van a pasar pero que muy mal. "Sadan se está pasando de cabrón. Está bien lo que está pasando. Estoy defendiendo a EE UU para el futuro de mi familia. Me da pena la muerte de niños y civiles, pero deben irse". Los padres de miles de marines emigraron a EE UU durante decenios porque la visibilidad en el horizonte de México y de Centroamérica era tan borrosa como la que se abate sobre el desierto de Irak durante las tormentas de arena.
La familia del soldado Ulises Tapia desespera en León y le propuso urdir alguna excusa, fraguar alguna maña para evitar su envío al frente. "No, tía, este país nos ha dado mucho a nosotros. Este país les abrió las puertas a mis padres y les dio todo. Yo tengo que regresarles algo de lo que nos dio". A la mexicana Simona Garibay le devolvieron el cadáver de su hijo. Tenía un año cuando llegaron a EE UU. Hace cuatro días timbraron en la puerta de casa y "yo ya sabía de qué se trataba". José Ángel, según la comunicación castrense, había muerto como un patriota, luchando contra la tiranía y por la democracia. El tío Urbano explicó en Jalisco que la familia se instaló hace casi veinte años en California y que José Ángel era especialista en morteros.
El pasado 11 de marzo escribió a su madre pidiéndole los dulces mexicanos y dos compactos de Vicente Fernández y Chalino Sánchez. "No comemos muy bien". El presidente mexicano, Vicente Fox, se ha salvado de una gorda. Grupos de manifestantes casi toman al asalto la Embajada de EE UU en la capital federal.
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