Las nuevas armas en la Operación Libertad para Irak
La historia demuestra que aquellos que pretenden aplicar a una guerra los mismos métodos y principios que les llevaron a la victoria en conflictos anteriores están condenados al fracaso, pues todas las guerras son diferentes y además marcadas por los vertiginosos avances de la tecnología, aunque puedan existir determinadas pautas que podríamos considerar como permanentes, como es, por ejemplo, la superioridad aérea. Como afirma el conocido analista John Warden, "desde el ataque alemán a Polonia en 1939 ningún país ha vencido en una guerra contra la superioridad aérea enemiga...; a la inversa, ninguna nación ha perdido una guerra mientras ha mantenido la superioridad aérea".
Es por ello que el planeamiento de la Operación Fuerza Aliada en el conflicto de Kosovo fue totalmente diferente al de la guerra del Golfo de 1991, pero igualmente distinto al posterior realizado en la Operación Libertad Duradera. De la misma manera, la Operación Libertad para Irak está siendo planeada y dirigida de forma diametralmente opuesta al de las guerras citadas anteriormente, básicamente debido a los nuevos sistemas de armas aéreos guiados de precisión.
"Las llamadas armas inteligentes no dejan de ser artefactos cuyos mecanismos pueden sufrir un mal funcionamiento"
Si en la guerra del Golfo de 1991 se lanzaron 220.000 bombas y misiles, solamente un escaso 4% lo fue de precisión, porcentaje que en Kosovo se elevaría al 13%, mientras que en Afganistán ascendió al 72%. En el nuevo escenario iraquí se están ya empleando bombas y misiles aéreos utilizados con anterioridad, pero modernizados tanto en sus sistemas de guiado como con nuevas cabezas de guerra, así como otras armas de última generación puestas a punto en los últimos meses.
Siete son básicamente los misiles que se emplearán en la Operación Libertad para Irak. El primero ha sido el Tomahawk disparado desde los barcos y submarinos aliados, pero que, a diferencia de los empleados en 1991, cuentan con un sistema de navegación mucho más preciso y una amplia gama de cabezas de guerra más potentes, tal como se ha demostrado al alcanzar plenamente los objetivos seleccionados y además causando un número de bajas enemigas ínfimo. Los siguientes serán los AGM-86, misiles de crucero que se lanzarán desde los B-52 y cuyas cabezas de guerra nucleares han sido sustituidas por otras convencionales de hasta 1.360 kilos de carga penetrante diseñadas contra objetivos bunquerizados o endurecidos. En el año 2001 fueron modernizados incorporando sistemas de precisión GPS y de navegación inercial, siendo su alcance de 2.500 kilómetros. Igualmente se utilizarán los AGM-158 JASSM de baja detectabilidad, alcance de 380 kilómetros, dotado de sistemas inercial, GPS y guía terminal infrarroja, y con una cabeza penetrante de 432 kilos de alto explosivo. A ellos se unirán los AGM-84 ER Harpoon, modernizados con guía radar, GPS e infrarroja, de 280 kilómetros de alcance y con una carga de 247 kilos de explosivo; los AGM-88 Harm antirradar, utilizados ya en 1992 y en Kosovo, pero que fueron modernizados en el año 2000, superando ahora los 80 kilómetros; los AGM-65 Maverick, de los que en 1992 se emplearon 5.300 contra Irak, y en 1999, en Kosovo, 810, ahora equipados con guía TV, láser e infrarroja, específicos contra vehículos acorazados y una amplia variedad de objetivos capaces de llegar a los 30 kilómetros. Los últimos serán los AGM-114 Hellfire anticarro, con alcance de nueve kilómetros, que podrán también ser lanzados desde vehículos aéreos no tripulados Predator.
Durante la guerra de Kosovo de 1999, el núcleo principal de las bombas de precisión utilizaban la guía lasérica, que, aunque entonces tenían un error probable circular menor que las que utilizaban la guía por satélite (GPS), sin embargo no podían ser empleadas con malas condiciones atmosféricas o escasa visibilidad. Las bombas guiadas por láser necesitan ser iluminadas desde un avión o desde el suelo mediante un designador láser, que no puede penetrar las nubes, el polvo o el humo, por lo que, si fuesen lanzadas en estas circunstancias, errarán el blanco con toda seguridad. Sin embargo, las bombas o misiles con guía GPS vuelan de forma autónoma, independientemente de los factores meteorológicos, hasta alcanzar su objetivo. Hoy día este tipo de bombas puede ser lanzado a altitudes de 15.000 metros y desde distancias próximas a los 50 kilómetros, siendo su error probable circular entre 3 y 5 metros, mientras que las guiadas por láser necesitan ser disparadas a altitudes inferiores a los 5.000 metros, razón por la cual no alcanzaban plenamente su objetivo en el conflicto de Kosovo al verse obligados los cazas aliados a tener que volar por encima de esa altura para evitar las defensas antiaéreas serbias.
El arsenal de bombas disponible en este conflicto es muy variado y cuyo empleo dependerá de los objetivos a cubrir, pero las más utilizadas serán aquellas que puedan alcanzar los efectos destructivos deseados, pero que causen menos daños colaterales y por consiguiente un mínimo de bajas en la población civil. De todas formas, nadie puede garantizar al cien por cien que el número de pérdidas de vidas humanas civiles por causa de los ataques aéreos no pueda incrementarse por encima de ese escaso número deseado, tal como desgraciadamente ocurrió en la tarde del pasado miércoles como consecuencia del presumible impacto de un misil o bomba de guía de precisión contra un mercado de Bagdad. Esta desgraciada circunstancia pudo haberse debido a diversos factores.
Primeramente, las llamadas armas inteligentes no dejan de ser artefactos cuyos mecanismos pueden sufrir algún mal funcionamiento, por muy bajísimo que pueda ser el índice de que tal probabilidad ocurra. Si la guía es por satélite, cabe también que pudiera haberse producido alguna interferencia en las frecuencias de la red GPS, por muy pequeña o corta que fuere o por un error en la exactitud de las coordenadas del objetivo introducidas en el sistema de guiado. Si el arma lanzada fue de guía láser exclusivamente, como se ha señalado ya con anterioridad, la causa pudo deberse a factores atmosféricos imprevistos, como el humo de las piscinas de petróleo que arden en la capital o a errores humanos por una incorrecta identificación del objetivo por parte del piloto. A todos estos efectos, conviene recordar el ataque a la Embajada china en Belgrado en el pasado conflicto de Kosovo por un cazabombardero de la OTAN. En el caso que nos ocupa, no está claro, por las fotografías transmitidas por la televisión iraquí, si el impacto lo fue por un arma aérea o provocado por las autoridades iraquíes, pues la cabeza explosiva de las armas norteamericanas tiene más capacidad de destrucción que las que señalan tales imágenes. Por otra parte, es conocido que el Gobierno iraquí instala en las azoteas de los colegios y otros edificios baterías antiaéreas que pueden provocar o inducir a error a las tripulaciones aéreas anglo-americanas.
Dentro de ese arsenal están la familia de las denominadas JDAM, que son las GBU-29/30/31/32/35 y 38, de diferentes cabezas de guerra, ya utilizadas en Kosovo y Afganistán y con guía doble, láser y GPS, además del sistema inercial. Son muy precisas con mal tiempo y pueden llevar hasta 430 kilos de alto explosivo. Junto a ellas están las AGM-154 JSOW con dos versiones, según sean contra grandes áreas y que llevan 145 bombetas BLU-97, o contra objetivos blindados que utilizan 6 BLU-108. Equipadas con GPS e inercial, cuando llevan la cabeza penetradora BROACH pueden perforar espesores de hormigón de más de tres metros.
Podríamos enumerar muchas otras más armas que se podrán utilizar contra vehículos blindados, bases aéreas y cualquier otro tipo de objetivos, muchas de ellas equipadas con el sistema WCMD, que permite durante la caída correcciones balísticas y del viento, con lo que se asegura una precisión casi matemática. Se utilizó por vez primera en Afganistán. No podemos olvidar la CBU-94 que transporta las bombetas BLU-114, arma no letal que arroja 147 filamentos de carbono grafito que paralizan la red eléctrica temporalmente y que fueron ya empleadas en Kosovo por los F-117. Siguiendo esta tendencia, podemos citar las MCDW, siglas en inglés de Arma de Daños Colaterales Mínimos, dotadas de cabeza buscadora láser semiactiva y de alcance entre 9 y 18 kilómetros. Es probable que para limpiar campos de minas se emplee la BLU-82, conocida como Big Blue, con una carga explosiva de 6.800 kilos, que puede crear un pasillo de hasta cinco kilómetros de anchura, así como su hermana mayor, que transporta hasta nueve toneladas de tritonal, por lo que deben ser lanzadas desde un avión de transporte Hércules MC-130H, denominado Combat Talon. Pudiera ser, aunque no parece probable, que se utilizase la bomba termobárica BLU-118, montada en el cuerpo de una bomba GBU-24 guiada por láser, concebida contra búnkeres, que al traspasar el blindaje del edificio libera una nube de líquido inflamable que penetra en la zona habitable, para posteriormente arder y crear una onda de choque supersónica. De emplearse, solamente lo sería contra los puestos de mando bunquerizados donde se encontrase Sadam Husein.
Finalmente se pueden citar dos nuevas cabezas de guerra como la HTI 5-100, diseñada para destruir depósitos de armas químicas y bacteriológicas, y otra generadora de pulsos electromagnéticos de alta intensidad, conocida como bomba E.
Aun a riesgo de equivocarme, se puede vaticinar que en esta guerra no deberían producirse bombardeos que causen daños en las infraestructuras civiles, industrias no militares o cualquier otra instalación que pueda perjudicar a la economía iraquí, a diferencia de la estrategia utilizada en la guerra de 1991. Ahora se pretende derrocar al régimen de Sadam Husein, por lo que no se desea dejar a un país en ruinas, razón por la que la estrategia a seguir, tácticas y armas a utilizar son totalmente diferentes.
José Sánchez Méndez es general de Aviación.
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