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Crítica:ESTRENOS | 'El oro de Moscú'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Humor antiguo

Dirigida por un secundario de larga trayectoria, Jesús Bonilla, que hace aquí su debú tras la cámara, El oro de Moscú es un artefacto pesadamente cómico, reiterativo y pasado de rosca, hecho a mayor gloria de un tema frecuente en la sátira criminal, el de los golpes imposibles perpetrados por una pandilla de desarrapados. O sea, una ficción que pone en funcionamiento a una improbable galería de freakies, héroes dudosos a quienes, como a cualquier pícaro, les empuja ante todo su ferviente deseo de salir de pobres.

Como en el cine español no falta buen material profesional, el filme se presenta adornado por una impresionante lista de secundarios de lujo, algunos tan entrañables como Chiquito de la Calzada, Juan Luis Galiardo o Sancho Gracia, y es ése su mayor acierto.

EL ORO DE MOSCÚ

Director: Jesús Bonilla. Intérpretes: Jesús Bonilla, Santiago Segura, Concha Velasco, Alexis Valdés, Antonio Resines, Alfredo Landa, María Barranco, Neus Asensi.

Género: comedia, España, 2002. Duración: 100 minutos.

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El otro, el de construir una pareja hecha de un arrojado, temerario botarate (Bonilla) y un patológico pusilánime (Segura, tan diferente a como suele y bastante mejor de como le gusta a sus fans) a quien su mujer maltrata sin piedad, termina naufragando por la nula capacidad de Bonilla para ponerse coto a sí mismo: es la suya una actuación tan descontrolada como chirriante.

Pero el principal problema de un filme pensado ante todo para ser consumido por su abundante ración de sal gorda es, qué duda cabe, el concepto de humor que pone en funcionamiento. Chistes sobre gays y minorías raciales, redundancias de sentido y brochazos de sátira política bastante intencionada se dan la mano en una película que también tiene sus buenos momentos (casi todos en los que aparecen Resines y Velasco, por ejemplo), y que a buen seguro encontrará su público entre espectadores poco dados al matiz y la finura y amantes del humor descoyuntado y de grueso calibre.

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