Benicio del Toro: "Soy un vago, pero asumo bien mis fracasos y rechazos"
El actor interpreta a un soldado loco y asesino en el 'thriller' militar 'La presa'
No sólo es un rasgo de sus personajes. En la vida real, Benicio del Toro no habla. Masculla. Verbaliza con pereza y nunca retoma las frases que interrumpe, lo que consigue volver la comunicación a la vez difícil e intrigante. El actor que ha hecho de lo ininteligible un arte estrena La presa, un thriller militar donde interpreta a un soldado loco y comparte reparto con Tommy Lee Jones. "No me gusta trabajar. Es realmente duro. Cuando te dan un papel tienes que hacerlo de verdad, y yo soy un vago. A veces he sentido alivio por no haber conseguido algunos trabajos. Quizá por eso lleve bien mi carrera de actor: porque sé asumir los fracasos y los rechazos".
No hay que fiarse de las apariencias. En la profesión, Benicio del Toro tiene fama de perfeccionista. Inunda a sus directores de sugerencias, corre riesgos con sus personajes y hace lo posible por encontrarles sustancia. "Su mayor cualidad es su instinto, pero ese instinto se basa en mucha reflexión y una gran dedicación", comenta William Friedkin, que le ha dirigido en La presa, donde el actor es un asesino profesional del Ejército que pierde la cabeza y empieza a degollar cazadores en los bosques de Oregón.
"No soy Jack Nicholson, pero parece que mi nombre ayuda en las películas"
Benicio del Toro empieza a tener una seria cantidad de canas que esconde bajo una gorra de béisbol. Se le ha comparado con Marlon Brando y Brad Pitt, en versión latina. "¿Me consideran sexy? Pues bueno. No cambia nada en mi vida. Me parece cool pero no me importa mucho", comenta con desinterés.
"Pocos actores alcanzan un momento en su carrera en el que pueden controlar su destino profesional. Todo depende de tanta gente -los estudios, los productores, los directores, los responsables de casting- que tomas lo que te dan. La cosa latina, lo de tener la piel oscura, hace que Hollywood me perciba de cierta forma. Si no estás dispuesto a aceptar que es parte de tu trabajo puedes sentirte muy frustrado. En este sistema siempre hay alguien más importante que tú y no siempre se pueden distinguir los buenos de los malos. (...) Admiro a los que han podido sobrevivir en esta industria tan frágil", ha dicho Del Toro a Los Angeles Times.
El actor tiene 36 años y nació en Santurce (Puerto Rico). Dos hechos marcaron su infancia. Su madre murió cuando tenía nueve años y su padre le envió a un internado en Pensilvania cuando cumplió 13. Del Toro no sabía muy bien lo que quería ser de mayor. Le gustaba pintar pero se matriculó en Empresariales en la Universidad de California, en San Diego. Le duró poco. En contra de la voluntad de su padre, se mudó a Nueva York y empezó a estudiar teatro en la escuela Circle in the Square y, luego, con una beca, en el conservatorio de Stella Adler. Empezó de extra en vídeos de Madonna y en un episodio de Corrupción en Miami. En 1989, pensó que le había llegado su gran momento cuando le contrataron para hacer de malo en una película de James Bond.
Fue la primera de las falsas oportunidades que marcarían su carrera. Licencia para matar, en la que moría despedazado en una trituradora, resultó ser un fracaso en taquilla. "Cuando hice el James Bond pensé que ya trabajaría regularmente, pero no fue así y el panorama se fue oscureciendo". Le siguieron una ristra de papeles secundarios, hasta que en 1995 interpretó a Fred Fenster en Sospechosos habituales y empezó a mascullar profesionalmente. "Cuando leí el guión", comentó Del Toro a The Washington Post, "la única razón de ser de mi personaje era morir. No decía nada. Tampoco hacía nada que influyera en la historia. Así que pensé: no puedo hacer nada con esto. Y Bryan Singer [el director] y Chris McQuarrie [el guionista] me dejaron improvisar".
Poco después interpretó al compañero de cuarto de Jean-Michel Basquiat en la película sobre el pintor neoyorquino que realizó Julian Schnabel y a un gánster original en El funeral, de Abel Ferrara.
Y llegó Miedo y asco en Las Vegas, la arriesgada adaptación cinematográfica de Terry Gilliam de la mítica novela de Hunter Thompson sobre las aventuras deliciosamente narcóticas del autor y del doctor Gonzo (Del Toro). El actor engordó 20 kilos (le costó tanto adelgazar que luego rechazó el papel de Diego Rivera en Frida para evitar pasar otra vez por el mismo calvario) y su interpretación fue tan convincente que casi le costó la carrera. Muchos en Hollywood pensaron que se había vuelto tan desquiciado como su personaje. "La gente no quería contratarme porque pensaba que había ganado peso o que tenía un problema con las drogas o el alcohol".
Estuvo casi dos años sin trabajar. Hasta que por fin le llegó la consagración y el Oscar al mejor actor secundario por su papel de policía mexicano en Traffic, película que también cimentó la carrera de su director, Steven Soderbergh.
"El Oscar me ha abierto nuevas puertas. Tengo más oportunidades. No soy Jack Nicholson, pero parece que mi nombre ayuda en las películas". Ahora, Benicio del Toro está terminando de rodar en Nuevo México 21 grams, que dirige Alejandro González Iñárritu (Amores perros), con Sean Penn y Naomi Watts. "Me gusta hacer una película al año, es un privilegio, así puedo dedicarme a hacer otras muchas cosas. Pero me falta tiempo". Palabra de vago.
Babelia
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