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Columna
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Agitador

En silencio, con las manos entrelazadas, mirando a la cúpula me sentí un agitador, de los que los dirigentes del PP acusan. Estaba en la catedral de Málaga y me sentí culpable de pedir por la paz. Miré a mi lado y vi a una muchacha, quizás con veinte años, y pensé que seguramente sería una peligrosa agitadora. En un banco, un poco más lejos, un niño de poca edad estaba adormecido en los brazos de su madre. Y pensé que era un potencial agitador. Su padre, al lado, charlaba con otras personas. Reconocí a uno de ellos. Hacía unos años lo había dado todo, dentro de una ONG, en Uganda. Prefirió jugarse su vida y su carrera en un pueblo martirizado por la guerra. Y me dije que también era un peligroso agitador. Y, entonces, supe que ser agitador por querer la paz era lo único que se podía ser. Agitador y violento. Para Aznar, Arenas, Rajoy somos pura kale borroka. Si para defender sus argumentos y razones utilizan semejantes injurias, vamos dados.

Y estando en la soledad del claustro pude entender el doloroso trauma de mi amigo del PP que, minutos antes, me dijo que su sitio estaba dentro, con quienes hacían vigilia de paz. Pero que no podía, que no podía traicionar al partido que le había dado, y esperaba que siguiera, de comer. Me acordé de mi amigo Pimentel. Y de una cena, antes de ser ministro, donde muchos de sus pensamientos ya chirriaban con lo políticamente correcto que defendían correligionarios de entonces.

Que es lo que trata de expandir por todos los rincones el legionario Antonio Sanz, portavoz del PP en la Cámara autonómica. Nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino e insultan la inteligencia del pueblo cuando para justificar lo injustificable nos hablan del GAL, de ETA. No extraña que el PP andaluz, el partido de la derecha española, se desangre por sus desvaríos y calenturas acusatorias y calumniosas, con un Aznar crispado que está trasladando a su partido y a sus dirigentes actitudes que nos recuerdan épocas que pensábamos ya pasadas.

Claro que cuando oyes o lees que hay colas para apuntarse al Partido Popular, tal cual ha dicho Antonio Sanz, pienso que yo debo vivir en otro país. O que sean muchos los que quieren vivir de la sopa boba.

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