Toros

Editados por la Universidad Hispalense, la Fundación de Estudios Taurinos y la Real Maestranza de Caballería, el jueves pasado se presentaron dos libros y una revista de gran interés para taurófilos y también para la cultura de la sociedad. Con el semblante apagado por la recién estallada guerra, escuchamos la presentación de Ganaderías de lidia y ganaderos. Historia y economía de los toros de lidia en España, de Antonio Luis López Martínez, profesor titular de Historia Económica de la Hispalense. Un libro del que los taurófilos se congratulaban admirados y del que hablaron como un estudio serio y detallado sobre la historia agraria con atención a la ganadería vacuna y brava.

Sevilla en la historia del toreo es una reedición del estudio que realizó Luis Toro Buiza y que calificaron como libro científico del toreo, entre otras cosas por su opinión en la polémica sobre si Sevilla era o no la inventora del toreo moderno. La investigación del autor concluye afirmando que el toreo a pie comenzó en los mataderos de las grandes ciudades andaluzas como Málaga, Córdoba y Sevilla. Pedro Romero de Solís añadió que de los "chulos", como denominaban a quienes acompañaban a los caballeros toreros, se deriva la palabra "chuleta", tan conectada con los mataderos.

Por último, los números 14-15 de la Revista de Estudios Taurinos es un tema monográfico dedicado al profesor Julián Pitt-Rivers, con ensayos muy bellos e interesantes sobre la fiesta de toros, algunos inéditos. El antropólogo inglés vivió algún tiempo en Grazalema y examina más de 150 fiestas populares andaluzas relacionadas con lo que llama "el culto al toro", describiendo la corrida como ritual y sacrificio religioso más allá de cualquier religión, tal como la defendió en el Parlamento Europeo. En la presentación afirmaron que el libro donde resumió los estudios que realizó en Grazalema ha sido un libro obligado para estudiantes de antropología sobre la cultura del Mediterráneo.

Salimos con una sonrisa porque, durante un rato, aquí, tan lejos, habíamos podido olvidar el estallido sordo de las bombas, el horizonte de fuego, los muertos y los heridos de la guerra.