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Reportaje:GUERRA EN IRAK | Cómo fue en 1991

La primera derrota del Golfo

Hace 12 años, la coalición internacional contra Sadam Husein tardó 43 días en expulsar a su ejército de Kuwait

Treinta y nueve días de bombardeo aéreo y 100 horas de combates terrestres bastaron a la coalición internacional dirigida por Estados Unidos para expulsar a Irak de Kuwait en el invierno de 1991. La extrema torpeza militar de Sadam Husein condujo a su Ejército a una derrota aplastante -más de 100.000 bajas propias frente a sólo 148 aliados muertos en el campo de batalla- pero no definitiva. Bagdad no cayó y el dictador iraquí siguió en el poder. Como se ha repetido mil veces, "Estados Unidos ganó la guerra, pero perdió la paz".

Hoy la situación es completamente distinta - el objetivo ahora es expulsar a Sadam del poder,no de Kuwait-, y también lo es desde el punto de vista militar.

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El conflicto de 1991 empezó con un enorme error de cálculo de Sadam. Extenuado Irak tras ocho años de guerra de desgaste con Irán, el dictator presionó a la OPEP para que subiera el precio del crudo. La oposición de Kuwait a esta medida y el resurgimiento de antiguas reivindicaciones sobre su territorio le llevó a la invasión del emirato el 2 de agosto de 1990. La operación provocó su aislamiento mundial. Sadam violaba la legalidad internacional, adquiría un exagerado control de las reservas de crudo, amenazaba la estabilidad de toda la región y ponía en peligro a Israel.

No se necesitaba más para que el presidente Bush padre organizara una coalición internacional de 35 países, 12 de los cuales aportaron tropas, entre ellos, Siria y Egipto.

Washington se disponía a librar su mayor conflicto bélico desde Vietnam, lo que imponía dos condiciones: mínimas bajas propias y nada de escalada militar. Se haría la guerra de acuerdo con lo que entonces se bautizó como doctrina Powell, enunciada por el entonces jefe de la Junta de Estado Mayor conjunto del Ejército norteamericano y hoy secretario de Estado, Colin Powell. Estados Unidos desplazaría a la región del Golfo una "fuerza insuperable", determinada a lograr la victoria y con una estrategia clara de salida del conflicto. Así se acumuló una fuerza de 500.000 soldados norteamericanos y cerca de otros 200.000 del resto de países coaligados.

La guerra estalló en la madrugada del 17 de enero. En síntesis, el plan de EE UU tenía tres fases: un bombardeo intenso de Irak para dominar su espacio aéreo y doblegar su resistencia; aislar a las tropas iraquíes desplegadas en Kuwait y, por último, expulsarlas del emirato. La táctica de Sadam Husein consistió en intentar romper la coalición atacando a Israel con misiles Scud y prolongar la guerra mediante contraataques de la Guardia Republicana para desunir a la opinión pública occidental.

El plan norteamericano funcionó; el de Irak, no. Como se explica en Enciclopedia del arte de la guerra (Planeta, 2001), dirigida por el teniente general en la reserva Antonio Martínez Teixidó, el Ejército iraquí sufría tres grandes problemas: "La baja operatividad de sus materiales", dada la falta de respuestos. Segundo y más importante, "la enorme masa de unidades que Sadam había introducido en Kuwait -540.000 hombres- estaba ahogándose a sí misma. Si el abastecimiento era ya complicado antes del estallido de la guerra, se hizo imposible al iniciarse ésta". Y tercero, "los comandantes de unidades iraquíes no disponían de ninguna iniciativa, ya que sabían que el precio era la ejecución sumaria. Los cargos en las Fuerzas Armadas se otorgaban en función de la lealtad al régimen".

El resultado fue catastrófico. La aviación iraquí huyó a Irán; las fuerzas estadounidenses jugaron al tiro al blanco con los blindados de Sadam y los soldados del considerado entonces el cuarto Ejército más grande del mundo desertaron en masa (150.000) o se rindieron (60.000).

Irak recurrió a los imprecisos misiles Scud para atacar a Israel y Arabia Saudí, que causaron escasas bajas, y al incendio de 730 pozos petrolíferos en Kuwait. Dos medidas desesperadas que no cambiaron el curso de la guerra. La tercera, el temido empleo de armas químicas, no llegó a producirse. Estados Unidos le dejó claro a Sadam que no le temblaría la mano a la hora de responder con armas nucleares si lo hacía y la efectividad de los agentes químicos, más allá del golpe psicológico, es muy reducida en espacios abiertos como el desierto.

La ofensiva terrestre empezó con una celada. Se hizo creer a Irak que se produciría un desembarco anfibio en la costa y allí fueron a concentrarse sus tropas. Pero las fuerzas norteamericanas avanzaron hacia el oeste para envolver Kuwait desde allí y caer sobre la retaguardia iraquí al tiempo que atacaban de frente para reconquistar la capital del emirato. El 27 de febrero, el general Norman Schwarzkopf, jefe de la operación aliada, anunciaba el alto el fuego y la rendición iraquí. El mundo supo entonces que la 101ª División Aerotransportada había estado a tan sólo 240 kilómetros de Bagdad. Schwarzkopf sentenció entonces: "Sadam Husein ni es un estratega ni tiene la más mínima idea del arte operacional ni es un táctico ni un general. Ni siquiera es un soldado".

Un hombre frente a un pozo petrolífero ardiendo en Kuwait, durante el conflicto con Irak en 1991.
Un hombre frente a un pozo petrolífero ardiendo en Kuwait, durante el conflicto con Irak en 1991.ALFREDO GARCÍA FRANCÉS

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