_
_
_
_
Reportaje:GUERRA EN IRAK | La invasión terrestre

La defensa numantina de Um Qasr

Unos 120 guardias republicanos resisten el asalto de las fuerzas angloamericanas al estratégico puerto del sur iraquí

Yolanda Monge

El periódico kuwaití Arab Times titulaba ayer a cinco columnas: El sur de Irak se rinde. Bajo el titular, dos fotos. En una de ellas asoman las manos del cadáver de un iraquí caído en batalla que ha sido envuelto en una manta por las tropas del Ejército estadounidense. En la otra, una mano de la coalición aliada lanza desde su vehículo blindado en su avance hacia Bagdad un insignificante paquete con comida a un padre y su hijo. A pesar del titular, el sur de Irak se resiste a caer. Las tropas británicas y norteamericanas se han encontrado en la retaguardia hacia Bagdad con fuerte resistencia. Incluso en zonas que ya daban por controladas, como el estratégico puerto de Um Qasr, única salida de Irak al mar.

Los 'marines' recibían fuego intenso e incesante desde un edificio de hormigón
Más información
La resistencia de Irak frena a EE UU

Durante toda la mañana de ayer, las cadenas de televisión internacionales retransmitían en directo intensos combates en los alrededores de la meridional Um Qasr. Cuerpo a tierra, los marines tomaban posiciones para defenderse. Tanques norteamericanos disparaban obuses mientras retumbaban detonaciones de ametralladoras provenientes de edificios cercanos. La imagen la contaba en directo el corresponsal de la cadena de televisión árabe Al Yazira. Los tiroteos que describió fueron los más intensos desde la llegada a esa ciudad de las fuerzas aliadas el pasado sábado por la noche. "Pidieron refuerzos de tanques para hacer frente a los disparos provenientes tanto del norte como del sur del puerto", aseguró el corresponsal. El puerto de Um Qasr, ubicado en un canal que desemboca en el Golfo Pérsico, es vital para las comunicaciones hacia Bagdad y para el aprovisionamiento de las tropas de EE UU y el Reino Unido.

Ciento veinte iraquíes, entre los que se suponía, pero no se confirmaba, que había miembros de la Guardia Republicana de Sadam Husein, hicieron frente con fiereza a las tropas aliadas de dos países. La coalición de EE UU y Reino Unido reclamó ataques aéreos para someter a los que se negaban a entregar las armas. La CNN también describía la situación que ayer se vivía en Um Qasr. Los marines recibían fuego intenso e incesante desde un edificio de hormigón. Dos ataques aéreos procedentes de Harrier británicos dejaron enormes columnas de humo negro en el cielo de Um Qasr, según testigos en la zona. Tras ese ataque, algunos iraquíes presentaron bandera blanca, siempre según los corresponsales en la zona. No hubo bajas amigas. Resultaba difícil de saber si las había habido enemigas, según un comandante norteamericano destacado en Kuwait. Para estas mismas fuentes, los ataques aéreos eran absolutamente necesarios. "Es lógico. En lugar de mandar a nuestros hombres allí lo mejor es destruir el lugar". El sábado por la noche, oficiales norteamericanos daban por ganado el control del estratégico puerto de Um Qasr. Ayer, domingo, un oficial británico reconocía: "Hay pequeños puntos de resistencia". El teniente coronel Ronnie McCourt, portavoz en el comando central de las fuerzas británicas y estadounidenses con base en Qatar, quitaba importancia a la resistencia que habían encontrado con los iraquíes: "No tenemos ninguna prisa. El plan general va como preveíamos".

La coalición angloamericana también creía tener el control de Basora. Sin embargo, en la segunda ciudad más importante de Irak se seguían produciendo enfrentamientos ayer por la tarde. Según fuentes oficiales de Bagdad, al menos 77 iraquíes habrían muerto y más de 350 resultado heridos en el ataque a la ciudad. Sin embargo, y a pesar de que las fuerzas aliadas confirmaban ayer el bombardeo sobre Basora, un portavoz británico aseguraba que esas cifras "no eran correctas". No aportó otras. Desde Bagdad, el vicepresidente iraquí, Taha Yassin, aseguraba haber capturado a cinco soldados estadounidenses y que 25 habían muerto.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Los residentes que huían de Basora aseguraban que los militares iraquíes luchaban en la ciudad. No había rendición. "Hay enfrentamientos en el centro de la ciudad, en la calles, es terrible", decía Husein, un ingeniero de 24 años que trabaja para los campos petrolíferos de Rumeila. Husein huyó de la ciudad en compañía de su mujer y de su hijo. Muchos otros civiles abandonaban Basora ayer en tractores, coches, cualquier cosa que sirviera para transportar sus enseres. Atrás dejaban el eco de la artillería. "No queremos a los americanos aquí", manifestaba Husein. "Esto es Irak". Los convoyes de tanques y camiones estadounidenses continuaban su avance imparable hacia el norte. A su paso, los niños iraquíes les sonríen y les saludan. Sonríen y saludan a las cámaras que filman esta guerra. Una vez que la columna ha pasado dejando un rastro de polvo en el aire, los niños tuercen el gesto. "No los queremos aquí", decía Fuad, mirando con indignación la columnas de humo que se levantaba sobre Basora.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_