Los temporales dejan en las playas de Málaga daños estimados entre 18 y 30 millones de euros
El sector turístico reclama al Gobierno un plan definitivo de reequilibrio del litoral
Las playas de la Costa del Sol han vuelto a quedar asoladas por los temporales de levante, que han mermado de arena las zonas de baño y han causado destrozos en paseos marítimos, equipamientos y restaurantes y chiringuitos. La asociación de empresarios de playas, que aún no tiene un recuento definitivo, estima que los daños oscilan entre 18 y 30 millones de euros, y ha reclamado al Gobierno un plan definitivo para consolidar y reequilibrar el temporal, pues estos episodios se repiten cada año y las medidas de emergencia no son válidas. El sector turístico suscribe unánimemente esta demanda.
No es un problema nuevo. Los temporales de levante son frecuentes en la costa malagueña, en la que siempre dejan una merma en las playas. La preocupación cunde, especialmente en el sector turístico, por la proximidad de la temporada de Semana Santa y porque los efectos del levante son cada vez más perniciosos. Sin ir más lejos, lo mismo ocurrió el invierno pasado, lo que evidencia la tozudez de la naturaleza y que estos episodios no tienen un carácter excepcional. Entonces, la Dirección General de Costas acometió una serie de medidas de regeneración y arreglo de playas en la que gastó unos 30 millones de euros, pero que están lejos de solucionar el problema de fondo.
"El problema es cada vez más grave porque tiene peor remedio", asegura el presidente de la asociación de empresarios de playas, Norberto Castillo, para quien ya está más que demostrado que los aportes de arena que se hacen después de los temporales ya no son soluciones válidas, porque "lo que se hace es remover una arena que ya no es consistente, es fango que no resiste la presión de las mareas que hay en la zona". El litoral costero malagueño sufre una continua erosión que se manifiesta en las continuas pérdidas de superficie de playa y en el retroceso de la línea de la orilla. Este proceso natural se ha visto además agravado por la presión urbanística, que ha roto la dinámica natural del litoral, y por la menor aportación de sedimentos que reciben las playas por el encauzamiento de los ríos y la construcción de embalses.
El delegado de la Consejería de Medio Ambiente en Málaga, Ignacio Trillo, insiste en la ineficacia de las medidas adoptadas hasta ahora por Costas. "Debe abordarse un plan litoral riguroso que establezca otros equilibrios con actuaciones de carácter estructural respetuosas con el medio marino, en vez de continuar con esa chapuza inútil consistente en marear la arena como se ha hecho hasta ahora con el consiguiente despilfarro del dinero público", explica.
Y la cuestión es que el plan existe, pero no se ha aplicado. En abril de 1999 el Congreso de los Diputados aprobó a instancias de Izquierda Unida (IU) una proposición en la que se instaba al Gobierno a redactar un plan de actuaciones para la costa de Málaga. La Dirección General de Costas cumplió el mandato parlamentario y elaboró el mencionado plan, que, según el diputado de IU, José Luis Centella, "duerme el sueño de los justos" y no se aplica "porque cada año nos encontramos con las mismas y Costas opta por priorizar las obras de emergencia para reparar las playas".
El plan, que prevé una inversión total de 50,8 millones de euros, prevé tres tipos de actuaciones: de recuperación medioambiental, intervenciones en los bordes (paseos, senderos y accesos) y de lucha contra la erosión. En total identifica 68 medidas concretas a ejecutar en playas de 14 municipios malagueños y determina el grado de prioridad de cada una de ellas.
El viceconsejero de Turismo y Deportes, Javier Aroca, se queja de la "desidia" de la Administración central, a la que acusa de no gestionar con eficacia sus competencias, algo que asegura queda demostrado con la "ínfima cantidad que destina a las playas los Presupuestos Generales del estado". Aroca recuerda que el buen estado de las playas es esencial no ya sólo para el sector económico estratégico de la comunidad, sino para el adecuado equilibrio territorial y medioambiental.
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