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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Empobrecidos

Las economías crecen poco y no es probable que lo hagan más intensamente en los próximos meses. Los indicadores conocidos durante esta semana son expresivos de esa creciente inhibición en las decisiones de gasto en todo el mundo, reflejo a su vez de una manifiesta desconfianza sobre las consecuencias del conflicto bélico en ciernes. El resultado son nuevas revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento.

El pasado lunes se cumplieron tres años del inicio del espectacular desplome bursátil iniciado en la Bolsa neoyorquina y que acabó arrastrando a todos los mercados financieros del mundo, en una de las correcciones más severas de la historia. Las muy importantes pérdidas de riqueza financiera en este periodo se diferencian de otras anteriores en que afectan a un número muy superior de particulares, muchos de los cuales invierten ahora sus ahorros en la Bolsa. Los excesos de finales de los noventa tuvieron mucho que ver con la crisis, pero la prolongación de sus efectos no es ajena a los efectos de la amenaza bélica sobre el mercado del petróleo.

Ese clima bélico ha empobrecido de forma significativa a los norteamericanos. El comportamiento de los consumidores ya no es el principal soporte del crecimiento de la economía norteamericana, como demuestra el fuerte descenso de las ventas al por menor registrado en febrero. Coincide esta situación con el peor comportamiento del mercado de trabajo, reflejo de esa paralización de las decisiones de inversión empresarial.

A los ciudadanos del resto del mundo no nos queda sino asumir esa cada vez más estrecha dependencia cíclica de la principal economía del mundo. Pero los efectos se ven agravados en Europa por una cierta pasividad de la política económica, que puede facilitar la incubación de los gérmenes recesivos que ya ha extendido la guerra en las economías centrales del área. El propio BCE acaba de admitir el intenso debilitamiento observado en todas las economías sin excepción del área euro, y las expectativas nada mejores determinadas por esa incertidumbre geopolítica y el excesivamente prolongado encarecimiento del crudo.

La incertidumbre provoca empobrecimiento por doquier. Los mercados reflejan esa situación, y si el jueves y viernes se produjeron reacciones al alza en varias bolsas europeas, ello se debió más a las informaciones (de dudosa fiabilidad) sobre un rápido desenlace del inminente conflicto que a una preferencia por la guerra.

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