Movimientos muy generales
La banca abre una guerra para hacerse con el control de Generali
La aseguradora italiana Generali vuelve a ser objeto de pugna bancaria. A poco más de un mes para la celebración de su asamblea general, un grupo de entidades pretende arrebatar el control del gigante asegurador a Mediobanca, su primer accionista de siempre. El escenario de batalla se encuentra lejos de España, pero el desenlace del conflicto podría afectar al plan estratégico de la compañía.
Generali mantiene una alianza con el Santander Central Hispano que se concreta en una participación del 20% de los italianos en la aseguradora del SCH. El proyecto de Generali en España lo abanderan Vitalicio y La Estrella, pero el grupo italiano busca nuevos socios bancarios para vender sus pólizas. "En aras a maximizar la capacidad de distribución de sus productos, Generali España analiza con interés posibles acuerdos de bancaseguros", aseguran fuentes de la aseguradora en España.
Los italianos son socios del SCH, pero buscan nuevas alianzas con bancos españoles para vender más pólizas de seguros
La presencia de Generali en España y sus intenciones de seguir abriendo mercado, con un modelo similar al utilizado por una de sus principales competidoras, la británica Aviva, elevan la importancia de los movimientos estratégicos que se desarrollan en Italia por el control de la aseguradora.
Generali ha establecido un plan estratégico a tres años que afecta a todo su grupo y que podría cambiar si se modifica la estructura de poderes de la aseguradora. El plan 2003-2005 establece como objetivos el crecimiento en los segmentos de particulares y pequeñas y medianas empresas, una mejora en los resultados técnicos, una mayor competitividad a través de la reducción de gastos (que alcanzaría los dos puntos con la unificación de la gestión de siniestros, informática, inversiones y recursos humanos) y orientar la política de productos en el ramo de vida para lograr la rentabilidad prevista.
La guerra por el control de Generali se abrió el último día de febrero cuando UniCredito Italiano, el tercer banco transalpino, anunció la compra de una participación del 2% en la tercera aseguradora europea. El pretexto argumentado para esta adquisición era que se había llegado en Generali a una concentración "de intereses que podía debilitar la identidad nacional" de la compañía.
Esta concentración busca neutralizar el poder de Mediobanca y sus aliados franceses, agrupados en torno al recién rehabilitado en la presidencia de la aseguradora, Antoine Bernheim. Unicredito espera conseguir aliados para alcanzar el 20% que los analistas adjudican al grupo de Mediobanca.
Compromisos
En este mes de marzo se suceden nuevos pronunciamientos. El banco más antiguo de Italia, Monte dei Paschi di Siena, manifiesta su intención de adquirir hasta el 0,4% de la aseguradora. El banco de negocios norteamericano Merrill Lynch asegura que ya ha comprometido un aumento de su participación desde el 1,81% hasta el 4,95%. Banca Intesa, la primera institución financiera de Italia, también se ha metido de lleno en la pugna, en un movimiento para lograr una mayor influencia en el accionariado de Generali.
El Ministerio de Economía italiano advierte de que no está dispuesto a que esta guerra dañe la capacidad crediticia de las entidades. En tanto, el Banco de Italia, aliado de UniCredito, sigue de cerca los acontecimientos en su afán de destronar a Mediobanca.
Alessandro Profumo, el consejero delegado de UniCredito, cuenta con el apoyo del gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, que es el segundo accionista de Generali. Las simpatías de Fazio le han valido numerosas críticas por parte de un sector del Parlamento italiano. Entre los posibles aliados de UniCredito se encuentra también el San Paolo-IMI.
En el seno de las finanzas italianas se critica la capacidad de desestabilización de Mediobanca. En cuatro años ha puesto cuatro presidentes en Generali destituyéndolos en cuanto mostraban un atisbo de independencia. Antoine Bernheim, destituido en 1999 y rehabilitado hace unos meses, ha declarado a The Financial Times que detesta este tipo de maniobras.
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