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Columna
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Persuasión

Hombres del cristianismo renacido, ¿por qué desperdiciar una bomba tan hermosa, en un mero estallido preventivo? ¿Sólo para persuadir a Sadam Husein os metéis en semejante despilfarro? ¡Pudiendo enviarle un vídeo con los parlamentos de Gustavo de Arístegui, comentados por, pongamos, Ana Botella! Llámenme soñadora, pero se me ocurren cientos de recursos menos onerosos con que desanimar al malvado de Bagdad. ¿De verdad creen en el Pentágono que el tío va a abandonar el poder simplemente porque se le amenace con freír fríamente (sí, ello es factible: sin compasión) a algunos cientos de miles de sus súbditos? Sin embargo, pienso que los razonamientos, cocinados trabajosamente al baño María, del bueno de Arístegui, por fuerza tendrían que dar su fruto.

Claro que habría que obtener la colaboración de la señora Botella, candidata a concejala masiva por el Ayuntamiento de Madrid, empeñada en llevar su voz arriba y abajo, del Ropero de los Pobres por sus confines, ora junto a las ex meretrices retiradas del francés (vicio de sediciosa procedencia), ora junto a los discapacitados en activo. Sigan llamándome soñadora: ella aceptaría, porque es buena y porque nada inhumano le es ajeno. Doña Ana, a su innegable don de gentes para abordar los temas más variopintos (dar de comer al hambriento, visitar a los enfermos y presos, dar posada al peregrino y, sobre todo, enseñar al que no sabe) une su capacidad para ser la gran mujer que se encuentra detrás del presidente español que se encuentra detrás de este presidente estadounidense. Ella, esa leyenda interurbana a la que se atribuyen tantos prodigios, conocedora profunda de la importancia del toque femenino en cualquier área de la vida (en especial para matar conejos con el dorso de la mano, por ejemplo), ¿se negaría a acotar los susodichos discursos con sus agraciados comentarios, tal como hizo con la obra de los hermanos Grimm, los hermanos Hans Christian Andersen y los hermanos Samaniego?

"Brrrummm, brrrummm, la legalidad internacional, brrrummm, brrrummm, no me cabe duda", dice el señor Arístegui. Y ella acota: "Con tono conciliador y contenido". Acabaríamos con Sadat, con la familia real saudí y con el Monte de los Olivos.

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