José Márcio Ayres, biólogo y ecologista brasileño
José Márcio Corrêa Ayres, insigne biólogo y ecologista brasileño, miembro de la Academia de las Ciencias, falleció el pasado día 7 a los 49 años, a causa de un de cáncer de pulmón, en el hospital Mount Sinai, en Nueva York, donde se hallaba hospitalizado desde octubre pasado.
Más conocido en el exterior que en su propio país, Ayres ha sido, sin embargo, uno de los pioneros en la defensa de la naturaleza. Formado en biología en São Paulo, con 20 años era ya el director del Jardín Zoológico de Riberão Preto, en São Paulo. Enseguida entró en el Instituto de Investigaciones de Amazonia para hacer su licenciatura en Ecología.
En Cambridge, en los años ochenta, presentó una famosa tesis sobre el primate uacari blanco, una especie que se consideraba desaparecida en Brasil, de donde era originaria. Para escribir su tesis se pasó dos años solo en la selva de Amazonia siguiendo a uno de estos primates y estudiando de cerca su vida. Fue allí donde se dio cuenta de la necesidad de preservar una selva amenazada por los famosos fazenderos sin excrúpulos, que estaban acabando con aquel santuario natural, pulmón de la humanidad y que encierra el 20% del agua potable del mundo.
Con la ayuda del entonces presidente de la República, Fernando Henrique Cardoso, Ayres creó la mayor reserva ecológica de Brasil, en Marimauá, en la Amazonia, más tarde visitada por grandes personajes mundiales, comenzando por Bill Gates. Su idea fija, como declaró en una entrevista para el suplemento dominical de EL PAÍS en su casa de Belén, en el Estado de Pará, era que la Amazonia necesitaba de un " desarrollo económico sostenible" para poder sobrevivir. Y que para ello, quienes mejor podían realizar aquella tarea eran los nativos de la zona, a quienes encargó la vigilancia de aquellas tierras.
Ayres, que había recorrido el mundo defendiendo sus tesis ecológicas y que formaba parte de las mayores intituciones científicas del mundo y de organizaciones que se distinguen por la defensa de la naturaleza, como el World Wildlife Fund, había sido varias veces amenazado por sus tesis progresistas y las denuncias públicas que hacía contra los explotadores de la Amazonia.
Científico serio y reconocido mundialmente, Ayres era además una persona entrañable en su trato personal y de una simpatía arrolladora. En su preciosa casa de Belén, donde cultivaba algunos árboles de madera preciosa, brindaba a sus huéspedes una hospitalidad encantadora y les ofrecía pescado frito recién salido de los inmensos ríos amazónicos y llegados al amanecer al mundialmente famoso Mercado de Vero Peso, de Belén, la ciudad limítrofe con la Amazonia.
Luchó con la muerte hasta los últimos días, que los pasó sedado, y siguió trabajando y comunicándose con los amigos por Internet. Días antes de morir aún quiso intervenir en la ONU a favor de sus tesis ecológicas.
Casado con Carolina Diniz, era padre de dos hijos: Daniel, de 20 años, y Lucas, de 15, y pasaba la mayor parte del año en los aviones recorriendo el mundo. Tenía una perrita que consideraba como una hija más y que durante las entrevistas reposaba como un niño en sus brazos.-
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